En el pequeño pueblo de Habala, entre montañas, convive una comunidad tribal en la que los adornos florales y las coronas no entienden de género.
La belleza, la delicadeza, la vulnerabilidad y en definitiva el arte y todas las formas que tenemos de manifestar nuestras emociones con la cultura por bandera son aspectos inherentes a cualquier ser humano. No importa dónde hayamos crecido, la expresión artística siempre debería ser libre, sin restricciones, sin ataduras.
Por desgracia, esto no siempre se cumple y, muchas veces, los estereotipos, la cultura y, en definitiva, la sociedad, nos imponen ciertos roles de género que nos alejan de nuestra forma más pura. Prueba de ello es la fascinación que nos despiertan las fotografías de Omar Reda: retratos de los “hombres flor” de Arabia Saudí.
Los protagonistas de las instantáneas de Reda son habitantes de Habala, un pequeño pueblo montañoso situado en la provincia saudí de Asir. En su comunidad tribal se sigue una costumbre que, de acuerdo con los cánones impuestos en otras zonas del país, no serían propios de los hombres: lucir coronas de hierbas secas y flores.
Estas coronas, bautizadas como Tayeb, simbolizan la identidad sureña de los locales y están hechas a mano con los aromas del entorno. Suelen usarse en celebraciones comunitarias como festivos y vacaciones comunes. Además, los hombres combinan los colores de sus coronas con su vestimenta.
El fotógrafo Omar Reba no pudo resistirse a retratar unos perfiles tan sumamente atrayentes en los que se destilan una frágil belleza, una delicadeza llena de color, una vulnerabilidad que nos traspasa desde la más pura honestidad.
Detrás de estas maravillosas imágenes se esconde una historia que nos parte el corazón. Los “hombres flor” se ven avocados a vivir del turismo vendiendo sus coronas a los visitantes.
Todo comenzó en la década de 1900 con la construcción de un teleférico para acceder al pueblo y disfrutar de las impresionantes vistas desde sus picos. Como consecuencia, la comunidad fue forzada a mudarse y abandonar sus hogares, algo a lo que se negaron y por lo que fueron obligados por la Guardia Nacional de Arabia Saudí.
Ahora, algunos de estos “hombres flor” pueden volver a su tierra, pero solo para entretener a los turistas con bailes tradicionales y sus coronas durante los meses de verano.
Por el momento, solo podemos admirar las fotografías de Omar Reda y desearles suerte a quienes viven desterrados de su verdadero hogar mientras desafían las normas a travé del arte y el folklore.