En cualquier etapa de la vida podemos necesitar que nos tiendan una mano o nos ofrezcan un hombro que nos sustente, pero el apoyo se hace aún más imprescindible en ese frágil momento que es la vejez.
La vulnerabilidad es una característica intrínseca a los años en los que somos niños o ancianos. Ninguna persona, en estos dos ciclos de la vida, debería hacer su andadura en soledad, sin amor, afecto y cuidado. Mucho menos aún si está aquejada de enfermedades tan crueles como el párkinson y la demencia.
El fotógrafo Jordi Flores, que ganó nuestro concurso de fotografía Saldremos adelante, tiene como inquietud captar nuestra carne y nuestra alma en una fotografía que él denomina como "humanista".
En esta ocasión y por el Día Mundial del Párkinson que se celebra el 11 de abril, Jordi nos ha hecho partícipes de su trabajo y de su vida con esta serie de instantáneas que protagonizan su padre Ignacio y Jessica, su ángel guardián.
La Sociedad Española de Neurología asegura que esta enfermedad neurodegenerativa la padecen alrededor de 160.000 personas en España, número que se triplicará en los próximos 25 años. Independientemente de que nuestros mayores sean diagnosticados con párkinson, demencia o cualquier otra dolencia que los convierta en dependientes, la única enfermedad que habría que erradicar es la deshumanización generalizada que sufrimos.
Es por eso que la historia inmortalizada de Jessica e Ignacio nos llena de luz y esperanza y lanza un mensaje necesario: la vida y su indescifrable destino pueden propinar que crucemos nuestro camino con el de otra persona justo en el momento en el que una necesidad recíproca nos acabe convirtiendo en familia.
Ignacio tiene 92 años y el párkinson y la demencia han ido mutando a un hombre fuerte que, como el propio Jordi nos cuenta, a lo largo de su vida ha tenido una gran conciencia social y una fuerte creencia en la libertad.
Jessica, por su parte, tiene 33 años y lleva año y medio en España buscando una oportunidad para poder criar a los cinco hijos que ha dejado en Colombia.
En el final de una etapa y el comienzo de una nueva, ambos se han encontrado para darse justo lo que necesitan: amor, cuidado y ganas de acabar y de seguir de una manera digna.
Jordi captura de manera sensible y positiva sus caras, transmitiendo la paz y la felicidad de un día a día que ha dejado de ser una ardua batalla, para convertirse en una guerra ganada al angustioso paso del tiempo y a la despiadada soledad.
En esta honesta y delicada serie fotográfica, Flores deja constancia de que su duro y luchador padre ha entendido que la verdadera libertad por la que siempre ha luchado está en dar amor y recibirlo, en tejer redes que conformen comunidad y en tener el apoyo de otras personas con las que creamos lazos que no existían, pero se hacen indestructibles.
Retrato de las complicidades de una vida con párkinson y demencia, por Jordi Flores
Gracias por darme tanto, gracias por tu amor
No me dejes estar solo otra vez, dame fuerte la mano
No quiero que vuelvan las interminables noches solitarias
Me aislé del mundo, no supe comprender tu amor
Siempre escondido tras mis sueños sin saber que éramos tan frágiles
Vi pasar la vida sin saber que te ibas con ella
Ahora estás de nuevo aquí y has vuelto para estar a mi lado
Gracias por hacerme sentir de nuevo la alegría de vivir
No volveré nunca más a sentir miedo
Compartiré mis sueños contigo
He esperado durante mucho tiempo tus palabras llenas de ternura
El amor estaba tan cerca y, sin saberlo, tan lejos
Y cuando te enamoraste de mí no fui consciente de tu amor
Y cuando me di cuenta de que habías vuelto mi corazón ya lo sabía
Gracias por la esperanza y la ilusión
Gracias por tus besos y tus caricias
Por favor, no me dejes estar solo otra vez
Gracias por tanto amor, gracias por tanto corazón
Jordi Flores: Instagram