Edward Sheriff Curtis fue un fotógrafo y etnólogo autodidacta de Estados Unidos que captó con su cámara la vida de los nativos americanos y les dio un espacio en los libros de historia.
En 1895, Curtis hizo su primer retrato a una nativa americana: Kikisoblu o Princess Angeline (1896), una anciana, hija del jefe Seathl, que vivía precariamente en Seattle. Este retrato le catapultó a la fama y le empujó a retratar a otros nativos.
Tras un encuentro fortuito con el antropólogo George Bird Grinnell, que le puso en contacto con algunas tribus norteamericanas, se dedicó de manera casi exclusiva durante más de treinta años a documentar gráficamente y a recopilar por escrito su cultura, con el objetivo de conservar su memoria ante la amenaza de una desaparición inminente.
En 1906, Curtis fue abordado por el rico financiero J.P. Morgan, que estaba interesado en financiar un proyecto documental sobre los pueblos indígenas del continente. Juntos concibieron una serie de 20 monumentales volúmenes, llamada 'The North American Indian'.
Con el respaldo de Morgan, Curtis pasó más de 20 años cruzando de lado a lado Norteamérica, tomando más de 40,000 imágenes de más de 80 tribus diferentes. Hizo miles de grabaciones de canciones y lenguas nativas en cilindros de cera, y escribió historias orales, leyendas y biografías.
En su esfuerzo por capturar y registrar lo que veía como un modo de vida que se desvanecía, Curtis a menudo se entrometía más de lo necesario. Solía colocar a los nativos en escenarios preparados, con un punto de vista melancólico romántico que recordaba a la época precolombina, para evitar la realidad de su presente y darles una apariencia más comercial.
El trabajo de Curtis es considerado por la historia americana como uno de los registros históricos más impresionantes del país.
via Edward Sheriff Curtis