A lo largo de la historia ha habido misterios y enigmas sin resolver, que con el paso del tiempo y los avances científicos han encontrado explicación pero, hay otros que casi 600 años después siguen sin encontrar una respuesta lógica a su planteamiento, siguen constituyendo un reto para todos aquellos que pretenden darle una razón a todo.
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El Manuscrito Voynich es uno de esos misterios que siguen sin resolverse, y es que todo lo que rodea a este códice, datado en el SXV, está lleno de enigmas; desde su origen o su elaboración hasta su aparición, es todo una amalgama de leyendas y suposiciones más encriptadas que el lenguaje y las ilustraciones que invaden sus páginas.
Desde que apareció el lenguaje, el hombre lo ha utilizado para trasmitir mensajes y sabiduría, pero también para codificar información de diversas temáticas que van desde la religión y la política hasta la medicina o la botánica.
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El Voynich es el manuscrito más extraño que existe, el único que a lo largo de los siglos ha sido imposible de descifrar a pesar del empeño puesto por científicos, lingüistas e incluso matemáticos.
En la actualidad, el Voynich se guarda en la Biblioteca Beinecke de libros y manuscritos raros de la Universidad de Yale; escrito sobre pergamino fino, tiene un total de 232 páginas, mide 22x15 cm, contiene centenares de dibujos y 37.919 palabras con 25 letras o caracteres distintos; carece de autor, título, fecha y capítulos.
La letra es del tipo cursiva humanística en caracteres latinos, usada en Europa occidental entre mediados del siglo XV y comienzos del XVI y las materias que trata son la farmacología, los saberes ocultos, la astronomía, la astrología, el zodiaco o la botánica.
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Aunque se cree que el primer dueño del manuscrito fue el emperador Rodolfo II de Habsburgo que lo adquirió en 1580, las fuentes más fidedignas trasladan al SXX los datos más esclarecedores sobre el estudio del códice; siglo en el que el polaco Wilfrid Voynich se trasladó a Inglaterra donde fue tratante de libros raros.
Voynich, del que recibe su nombre este extraño libro, estaba convencido de que el códice encerraba conocimientos alquímicos que revolucionarían la ciencia moderna cuando pudiera descifrarse.
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El desconcierto que provocan el lenguaje y las ilustraciones del Voynich, han llevado a pensar que podría ser una broma o una estafa de John Dee, mago, matemático y aficionado al ocultismo, que hacia 1580 lo creó junto a su socio Edward Kelley, que ya había sido procesado en Inglaterra por falsificar documentos, y que fueron los que se lo vendieron a Rodolfo II.
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El enigmático tratado ha pasado por varias manos desde el SXVII hasta que en 1912 lo adquiere Voynich; a su muerte, la viuda lo vende a un anticuario que no consigue revenderlo y lo dona a la Universidad de Yale en 1969 donde está, desde entonces, custodiado.
Todos los intentos por descifrarlo han sido en vano, egiptólogos, expertos en gliptografía, filólogos e incluso aficionados lo han intentado sin éxito; todas las técnicas aplicadas han descifrado mensajes incoherentes, por lo que se piensa que el lenguaje usado podría ni existir.
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Sólo, las ilustraciones que contiene, podrían arrojar luz al contenido del texto, por lo que se piensa que se trata de relatos esotéricos sobre ritos ocultos y los dibujos de plantas, astros y mujeres serían símbolos alquímicos.
Las rocambolescas teorías adjudican la autoría hasta al propio Leonardo da Vinci pero, los únicos que parecen haberse acercado mínimamente a algo, han sido Greg Kondrak, un profesor de ciencias y Bradley Hauer, un estudiante de postgrado, ambos de la Universidad de Alberta (Canadá), que han descubierto que el hebreo es la lengua de escritura más probable.
De todo este rompecabezas, lo que más llama la atención de la comunidad experta es su misterio gráfico y caligráfico; parece escrito por una sola mano, con trazo fluido y seguro, letras homogéneas y muy regulares, prácticamente idénticas, sin un sólo error, algo que es extraordinario en un manuscrito de este tipo y con esta antigüedad.
Lo único que nos queda claro es que, quizás, no todo tenga una explicación, que puede que haya misterios que no se resuelvan nunca, y ese es el misterio más gordo que encierra el Voynich, la magia que ha creado a su alrededor, la magia de lo inexplicable.
Beinecke Library of Yale: Web
h/t: National Geographic
El códice Voynich, el manuscrito más extraño del mundo
Cuando hace más de 4.700 años se inventó el lenguaje escrito, los seres humanos fueron capaces de transmitir mensajes complejos mediante letras y signos. Pero también introdujeron códigos secretos y claves para encriptar textos de contenido religioso, político, diplomático o militar, cuyo desciframiento sólo conocían los iniciados. Todas las civilizaciones han practicado estas técnicas, desde los sumerios a los griegos, los romanos, los mongoles, el Imperio español y, por supuesto, todos los países en el último siglo, especialmente en tiempos de guerra.
Los manuscritos y textos cifrados que se conservan son muchos, y todos han sido descifrados con relativa facilidad analizando sus códigos, en general bastante simples. Con una excepción. Existe un códice cuyo contenido nadie ha sido capaz de desvelar: el Voynich, el manuscrito más extraño del mundo. O al menos no del todo.
En la actualidad, el Voynich se guarda en la Biblioteca Beinecke de libros y manuscritos raros de la Universidad de Yale. Escrito sobre vitela (pergamino fino), con un total de 232 páginas (faltan algunas y hay otras desplegables), de 22 por 15 centímetros de formato y 5 de grosor, este códice contiene centenares de dibujos y 37.919 palabras con 25 letras o caracteres distintos, pero carece de autor, título, fecha y capítulos. Los análisis mediante carbono 14 han permitido datar la elaboración del pergamino entre los años 1404 y 1434. La letra es del tipo cursiva humanística en caracteres latinos, usada en Europa occidental entre mediados del siglo XV y comienzos del XVI.