Este mago del dibujo se llama Zulf y afirma con contundencia que "el arte es su vida". Es en Londres donde crea sus obras maestras de fondo oscuro y trazos hechos con lápices de colores pastel y carbón.
Zulf juega con las luces, las sombras y las siluetas para dar vida a unos retratos en los que representa sobre todo a mujeres, aunque los animales también tienen presencia.
“Me tomo mi tiempo para encontrar lo que siento es la referencia perfecta para lo que necesito. A veces, me puede llevar horas encontrar uno. Cada pieza que creo puede llevarme entre 1 y 60 horas dependiendo de los detalles, aunque trato de mantenerla lo más mínima posible", explica.
Reconoce su atracción por el misterio, por eso usa un apodo en lugar de su nombre real y los únicos datos personales que tenemos suyos es que ronda los 50 años y que vive en Londres con su mujer y sus dos hijos.
La vocación le viene desde pequeño, es algo que siempre ha llevado en la sangre: "De vuelta en la escuela, el arte era todo lo que me importaba y era el único examen que aprobaba", cuenta. Después, de joven, lo suyo fue el graffiti y apuesta por que su trabajo esté en una continua evolución que le mantiene siempre en marcha.
Busca la belleza sin saber qué dirección va a tomar lo que está haciendo. "Me metí en el trabajo con lápices cuando las cortas noches de invierno llegaban temprano y hacía demasiado frío y oscuridad para pintar afuera. Así que comencé a dibujar retratos en interiores, practicando alrededor de 3 horas todas las noches después del trabajo”, afirma el artista al que, por sus palabras, se le nota tan humilde como disciplinado.
Confiesa tener sus referentes, pero, sin embargo, aconseja dibujar lo que vemos: "No pienses en lo que alguien más puede estar haciendo o en lo bueno que es alguien más. Compite solo contigo mismo".
Cuesta creerlo por lo que sus obras transmiten, pero Zulf sufre de migrañas y ansiedad, llegando incluso a tener ataques de pánico puntualmente. El arte le ayuda a manejar estas emociones y él mismo lo siente como una terapia que le hace sentirse bien. Casi tanto como nos sentimos el resto al disfrutar de la delicadeza y precisión de su trabajo.
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