La arquitectura es parte de la huella que dibujamos en el mundo y es una fuente inagotable de información para conocer lo que fuimos. Es importante conservar el pasado para entender el presente y el futuro, conservar el legado que nos vamos dejando.
Esta es una historia de esfuerzo por valorar los tesoros que se levantaron en épocas pasadas y por recordar las historias y vivencias que abrazaron ciertas paredes que se resisten a sucumbir al demoledor paso del tiempo y al abandono.Se desarrolla en la ciudad costera de Helensburgh, ubicada en una de las regiones más húmedas de Escocia.
Aquí llueve un promedio de 190 días al año y encontramos una obra maestra arquitectónica del famoso diseñador Charles Rennie Mackintosh. Levantada en 1904, Hill House es una construcción moderna en la que se resalta la luz y la textura.
Su fachada está hecha de cemento Portland gris, en lugar de una sustancia más tradicional y resistente como la cal. Si bien el material fue innovador en su momento, no ha soportado las condiciones húmedas de su entorno y ha comenzado a deteriorarse y desmoronarse a medida que absorbe la humedad del aire y el suelo.
El National Trust of Scotland, que administra la casa, describe el fenómeno como si una aspirina se disolviera en agua. Para secar la fachada y, con suerte, preservarla para las generaciones venideras, el fideicomiso encargó una carpa gigante similar a un invernadero para colocarla encima.
En un vídeo del youtuber y divulgador inglés Tom Scott vemos cómo visita la cubierta porosa, que con 32,4 millones de anillos de acero se convierte en la malla metálica más grande del mundo.
Scott revela cómo esta malla de una pieza se ha convertido en un hito de la sostenibilidad y de la conservación innovadora por derecho propio.
La malla, además, ofrece la cantidad adecuada de ventilación sin sacrificar la protección, dando una solución temporal antes de que se encuentre la manera definitiva de que Hill House luzca con el mismo esplendor que tuvo hace más de un siglo.
Aquí os dejamos con el vídeo: