Cuando llega la primavera, Anežka (Agnes) Kašpárková agarra pintura azul y un pequeño pincel y se dedica a pintar las casas de sus vecinos con motivos tradicionales y un gusto exquisito.
Agnes tomó el relevo en esta labor de Manakova, otra mujer del pueblo que ha estado haciendo lo mismo durante años hasta que falleció, con lo que se ha convertido en una bonita tradición.
Sus formas florales están inspiradas en obras de arte tradicionales de Moravia, al sur de la República Checa, con ellas decora los marcos de puertas y ventanas. Es en esta región, concretamente en un pueblo y municipio del distrito de Hodonín, donde esta encantadora mujer realiza sus maravillosas intervenciones.
A pesar del mérito de esta inquieta abuela ella se quita importancia alegando que solamente hace lo que le gusta y que "simplemente lo disfruto y quiero ayudar a decorar un poco el mundo".
Agnes se toma muy en serio su cometido. Por ello se asegura de usar pintura de gran calidad, con el fin de que sus obras de arte permanezcan inalterables durante algunos años y dice que no se imagina una vida sin trabajar o sin hacer algo que le motive. Se retiró de su trabajo en la agricultura hace unos 30 años, fue entonces cuando empezó con esta bonita labor.
Su método de trabajo se basa en la improvisación, nunca planifica lo que va a pintar, sino que van surgiendo según va avanzando y al ser preguntada por su edificio favorito confiesa que es la capilla, que actualiza periódicamente.
Un gran ejemplo de que la edad no tiene por qué ser un impedimento para seguir haciendo aquello que nos gusta ni para desarrollar nuestra creatividad. Nos quitamos el sombrero ante semejante artista.
h/t: Artfido