Antes de que las redes sociales, los productos de las mejores marcas, los titulares de las publicaciones más prestigiosas y las vallas publicitarias de las grandes ciudades se tiñeran de rosa en honor a la película sobre Barbie, Greta Gerwig ya había demostrado ser una brillante directora, actriz y guionista.
La hazaña cinematográfica de este verano y una de las maniobras de marketing más arrolladoras del siglo XXI han sido orquestadas por dos protagonistas indiscutibles: la compañía Mattel y la joven y multidisciplinar realizadora Greta Gerwig.
La empresa de juguetes estadounidense, fundada en 1945 por Harold Matson, ha dejado que su producto estrella sea sometido a un lavado de cara gracias a la comedia satírica Barbie que ha conseguido reinventar la imagen de la muñeca y trascender ciertas concepciones arraigadas en nuestro imaginario colectivo.
La figura de proporciones idealmente imposibles ha conseguido ser durante décadas uno de los estándartes más polémicos de la cultura pop por los dudosos valores que transmitía a niñas de todo el mundo, pero ahora, por obra y gracia de la mente de Gerwig, se ha reconvertido en abanderada de la lucha feminista y en un rotundo éxito de crítica y público.
Además, yendo más allá de lo estrictamente cinematográfico, si nos circunscribimos al ámbito publicitario, es un ejemplo clarísimo de como una marca ha sabido convertir sus defectos en virtudes al amparo, eso sí, de un inmejorable equipo de profesionales de diversos ámbitos.
La actriz Margot Robbie (Barbie), el actor Ryan Gosling (Ken), la cantante Dua Lipa, el productor musical Mark Ronson, la cantante Billie Eilish, la marca ZARA o el prestigioso director y guionista Noah Baumbach (Una historia de Brooklyn, Frances Ha) han acompañado a Greta Gerwig en el difícil camino de hacer un live action sobre la muñeca Barbie con una impecable forma y un impecable fondo.
Pero, ¿por qué se ha puesto al frente de una empresa tan mastodóntica a alguien tan relativamente popular como Greta Gerwig? La respuesta es sencilla: tiene un talento innato para contar historias y ésta necesitaba contarse bien.
Como directora, ha sido nominada a tres Oscar de la Academia con tan solo dos películas en su haber anteriores a Barbie. Su ópera prima bebió de ese aire generacional e independiente que adquirió en su camino como actriz. Con Ladybird, la historia de una joven perdida y empoderada, fue nominada como directora y guionista.
Después, gracias a su particular versión de la archifamosa novela Mujercitas de Louisa May Alcott, volvió a ser nominada al Mejor Guión Adaptado por cómo plasmó la historia de otra mujer revolucionaria y adelantada a su época, Jo March.
Con Barbie, se podría decir que la directora cierra una trilogía basada en mujeres valientes, luchadoras y reivindicativas que buscan un lugar en un mundo hostil diseñado para que triunfen los hombres.
Ahora, su inteligente visión y el tirón mediático que ha ido labrándose sin prisa, pero sin pausa, la han puesto al mando de otro proyecto bestial que seguramente fulminará las taquillas, las próximas entregas del universo de Narnia.
Antes de que Greta Gerwig demostrara que el cine mainstream puede hacernos reflexionar mientras masticamos palomitas y se pusiera trás las cámaras para narrar historias de féminas que saben lo que quieren, ella se metió en la piel de otras chicas que dieron voz a los sueños y las ilusiones de los millennials.
Para todos los que la conocíamos, Gerwig se hizo una figura imprescindible por sus papeles en Frances Ha y Mistress America, cintas dirigidas por su actual pareja sentimental, Noah Baumbach. También guardamos un recuerdo maravilloso de la Abbie que interpretó en la genial cinta de Mike Mills, Mujeres del siglo XX.
El olfato que ya ha demostrado tener para interpretar, dirigir y escribir, han hecho que el nombre de Greta Gerwig se postule como uno de los nombres de este año y del que viene y ha sido porque, por si a alguien le siguen quedando dudas, hay muchas mujeres con ideas que brillan más que el glitter.
Como se dice en un momento clave de Barbie: "Los humanos sólo tienen un final. Las ideas viven para siempre". Le auguramos, por tanto, una larga vida a Greta, una casi tan larga como la de la muñeca más conocida del mundo.
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