Hay cabezas revestidas de plateadas canas que no pueden esconder el paso del tiempo, pero que son el engañoso envoltorio de mentes que han sabido desafíar al reloj a golpe de sabiduría y de sentido común.
Sin duda alguna, una de esas mentes en plena forma es la del actor José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) que va a haber reconocida, una vez más, su impresionante carrera con el premio Goya de Honor 2022.
El intérprete es uno de los rostros más reconocidos del teatro, la televisión y el cine español desde la década de los 60. Su rostro entre meláncolico, cínico y familiar, le ha puesto cara a personajes inolvidables que han protagonizado más de cien películas, innumerables obras de teatro y episodios de series de televisión de diferentes géneros.
Porque si un secreto tiene el talento de Sacristán, es la versatilidad absoluta. Encasillado al principio de su carrera en la comedia ligera con títulos como Sor Citroen, Vente a Alemania, Pepe o ¡Cómo está el servicio!, que hicieron al pueblo olvidar una reciente guerra civil y las vicisitudes de la dictadura, pronto dio un giro a su carrera.
La voz más profunda del cine patrio también haría despliegue de su carisma y sus dotes interpretativas en dramas como La colmena, Un hombre llamado flor de otoño, Un lugar en el mundo o más recientemente, en Magical Girl, por la que fue nominado al Goya, y El muerto y ser feliz por el que, por fin, lo ganó.
"Yo sé que Dios no existe, pero si existiese no tiene perdón de Dios" - José Sacristán -
Ahora la Academia de Cine ha considerado volver a reconocer a Sacristán tal y como han expresado: “por representarnos de forma única en tantos títulos inolvidables que forman parte de nuestra memoria íntima”.
El actor madrileño de 84 años ha declarado al conocer la noticia: “Mi carrera ha sido el gozo del crío que ha visto cumplido su propósito, el de hacer creer a la gente que era el estudiante, el pregonero, el recluta, el emigrante, el abogado, el médico”.
Sacristán, volviendo a dar ejemplo de la lucidez que le caracteriza, también ha declarado: "Sería un miserable si me quejase porque nunca me ha faltado trabajo. En ocasiones, lo que ganaba no era suficiente para cubrir mis obligaciones, pero ese era mi problema.
Me lo he currado, aunque hay un factor suerte que me ha acompañado. Reconozco y agradezco el privilegio, no se me escapa”.
Los premios no siempre hacen justicia, y otras veces la hacen tarde.