El diseñador Kenji Ekuan creó el recipiente de la marca Kikkoman, un emblema patrio de los nipones desde su lanzamiento al mercado.
Una bandera no siempre es el mejor símbolo para aglutinar el sentir patrio de un país. A veces, los objetos compartidos por toda una cultura consiguen evocar mejor ese sentimiento de pertenencia a una sociedad que comparte códigos, tradiciones y ritos.
El usuario de Twitter Batallitas nos ha recordado con este hilo en su cuenta que el sentir de un país también puede encontrarse en el diseño de un objeto cotidiano como el de una botella.
Cuando pensamos en una botella de soja, lo más seguro es que lo primero que se nos venga a la mente sea el recipiente de la marca Kikkoman: transparente, ergonómico y con el tapón rojo.
Este icónico diseño se lo debemos a Kenji Ekuan, quien se preparaba para convertirse en oficial de la Armada el 6 de agosto de 1945 el mismo día en el que la bomba atómica de Hiroshima cambió la historia de Japón y de la Humanidad.
En la década de 1950, Kikkoman quiso rediseñar su botella de salsa de soja tras observar que sus consumidores demandaban un recipiente más pequeño. La marca quería crear un dispensador que formara parte de la vajilla de todos los hogares, al igual que una taza o un plato de té.
Hasta entonces, la salsa de soja japonesa se había almacenado tanto en botellas de barriles, como en botellas de cristal, pero ninguna de las dos opciones era cómoda para consumirla en casa.
Kikkoman quería comercializar recipientes de varios litros y una botella-dispensador que los consumidores y los locales de hostelería pudieran rellenar para reutilizarla cuantas veces quisieran.
Kenji Ekuan fue el responsable de lograr que la tarea tuviera éxito. Para ello, rebuscó entre los recuerdos de su infancia y se centró en cómo su madre vertía con dificultad la salsa de una botella de dos litros, a un pequeño dispensador de unos pocos mililitros de capacidad.
A la incomodidad del peso de la botella, había que sumarle que los dispensadores de sobremesa tradicionales no podían evitar que la salsa goteara por la boquilla cada vez que se usaba.
Tres años y más de 100 prototipos después, Ekuan consiguió una botella perfecta: curvada, de estilo minimalista, ergonómica, con el tapón rojo característico y que evitaba el goteo.
Hizo el fondo ancho de la botella para incrementar su estabilidad y dificultar que los comensales pudieran tumbarla sin querer si la golpeaban fortuitamente, mientras que el vidrio es transparente para que los consumidores puedan ver en todo momento cuánta salsa soja queda en el recipiente y si es necesario rellenarlo.
En su unión entre el Japón más tradicional y el más vanguardista, Ekuan diseñó el cuello de la botella de forma que recordase al Toguri o recipiente tradicional japonés para beber sake, mientras que el vertido recuerda a la ceremonia del té tradicional de Japón.
Pero el gran secreto de esta icónica botella reside en su reconocido tapón rojo. Si lo miramos por dentro, la forma de pitorro de tetera de sus boquillas hacia dentro evita que gotee al servir la salsa y la última gota siempre cae hacia el interior de la botella.
Ah, y Batallitas nos ofrece un truco con el que dejar a nuestros próximos acompañantes a un restaurante asiático: si tapamos uno de los orificios con un dedo y lo abrimos con cuidado, controlamos las gotas que se vierten en el plato.