Durante los primeros años de la etapa escolar empezamos a desplegar todo nuestro potencial. Alimentamos nuestra curiosidad, nos enseñan a distinguir sentimientos, aprendemos a socializar con nuestros compañeros…
Las aulas de educación infantil son lugares que albergan una magia incomparable. Observar la evolución diaria de los más pequeños es una satisfacción reservada a unos pocos: los maestros y maestras de preescolar. Sin embargo, estos profesionales también se enfrentan a rabietas, alborotos y situaciones no tan agradables con los párvulos. Los niños quieren experimentar y, en ocasiones, esa fantasía desbordante desemboca en travesuras inocentes que revolucionan a toda la clase.
Cuando yo era niña era habitual aprovechar el momento de afilar los lápices de colores para hablar con los compañeros de pupitre y orquestar alguna trastada o llevar acabo alguna locura infantil, como la idea de “decorar” nuestros dibujos con las virutas del lápiz. Aunque mis compañeros y yo no éramos los únicos que sentíamos atracción por estos restos de madera.
La diseñadora Nanoko Kume escribe que “desde la infancia me fascinaba la forma y la fugacidad de las virutas que se hacen al afilar los lápices. Pensé que aumentando el tamaño y el grosor de lo que debe desecharse como residuo, sería posible crear nuevos productos manteniendo la belleza de la forma". De ese recuerdo surgió la serie de lámparas colgantes hechas a partir de grandes virutas de madera.
Inspirada por esos restos que quedan al afilar los lápices de colores, creó cada viruta con la ayuda de una máquina construida como un sacapuntas gigante. Para diseñar sus lámparas colgantes, Nanako Kume empezó por ablandar el bloque de madera en un vaporizador antes de afeitarlo, haciéndolo flexible y fácil de raspar en capas finas pero resistentes. Así, la madera recién afeitada es flexible y se va formando a medida que se seca", explica. Pero más importante que ablandar la madera es ajustar el ángulo y la posición de la cuchilla de afilar para conseguir un buen raspado.
Los detalles de cada pantalla varían según la especie, el color y la forma de la madera, así como el toque de tinte que Kume añade a cada diseño, evocando los lápices de colores. El tiempo de raspado también contribuye a la curvatura y el perfil únicos que se ven en las lámparas colgantes.
El diseño es tan divertido, original y bonito que nos encantaría que en cada aula de infantil de todos los colegios del mundo pudiera colgar una de estas lámparas. Sería un guiño decorativo a todos esos momentos compartidos afilando lápices de colores.
Nanako Kume: Instagram