Durante mucho tiempo los pasajeros de la clase económica de los aviones hemos tenido que conformarnos con contar con un espacio reducido en el que a duras penas podíamos meter las piernas.
La necesidad de repensar la distribución interna de las aeronaves para mantener el distanciamiento social podría suponer que por fin los viajeros contemos con las condiciones de vuelo que nos merecemos.
Mientras viajaba de Nueva York a Singapur, el diseñador Jeffrey O'Neill se planteó la idea de crear una manera para que las personas pudieran acostarse y descansar durante los vuelos de larga distancia: “Estoy probablemente en la aerolínea mejor calificada del mundo, estoy recibiendo un servicio maravilloso y la comida es comestible, pero no puedo dormir. Esto es realmente incómodo. ¿Por qué es tan difícil encontrar una forma asequible de permanecer tumbado en un vuelo de 19 horas?".
Encontró la respuesta al acordarse de los cómodos viajes en autobús de Argentina, donde las literas son habituales en los trayectos largos y planteó una disposición de asientos de dos pisos cuya adaptación sería factible para la mayoría de las cabinas sin suponer un coste demasiado elevado para las aerolíneas.
Además de la posibilidad de dormir y de estirar las piernas, este nuevo diseño también ofrece una mayor privacidad y aislamiento a los viajeros, algo importante en el momento que vivimos.
“Básicamente, instalamos otro asiento encima de otro”, comparte O'Neill. "Por lo tanto, son esencialmente dos niveles, no es tan alto del suelo como la gente podría imaginar, está a solo cuatro pies y medio del suelo desde el punto de entrada hasta el asiento inferior y el asiento superior".
Tras dos años de trabajo en la maqueta del Zephyr Seat —nombre con el que ha sido bautizado al asiento—, el diseñador ya cuenta con un socio que se encarga de la parte de ingeniería y ya realizó cierto acercamiento al sector durante la Airline Interiors Expo de 2019 en Alemania, donde testeo la opinión de las compañías aéreas al respecto.
Solamente faltan socios inversores para su startup y tiene abierto una página de crowfounding. Quizá las circunstancias y las medidas de seguridad obligatorias frente al Covid-19 sean el empujón definitivo que el Zephyr Seat necesita para ser una realidad, aunque no será una implantación rápida, solamente las pruebas de seguridad requieren de unos tres años.