El arte y la censura han ido de la mano a lo largo de la historia y por diversos motivos. No iba a ser menos el feminismo y el erotismo. En el feminismo se ha tomado como medio de expresión la sexualidad, siendo ésta, en épocas como los 60 y 70, un tabú y una blasfemia.
El arte feminista se ha visto censurado en muchas ocasiones por distintos museos, por comisarios de arte y por la propia sociedad.
Black Sheep Feminismes fue una exposición presentada en la Dallas Contemporary cuyo objetivo fue dar voz a artistas feministas que fueron dejadas de lado a causa del contenido erótico de su trabajo.
La exposición recogió el trabajo de cuatro artistas que llevan activas desde la década de los 70: las pintoras Joan Semmel y Betty Tompkins, la artista de performance Cosey Fanni Tutti y la pintora y artista de fotomontajes Anita Steckel.
Cuatro maneras de ver el arte y la sexualidad como un todo, que se ha quedado en nada muchas veces en los trasteros de los museos y que, por un ramalazo de justicia poética, lucen y reivindican su merecido espacio es la historia del arte.