Entrevistamos a Rubén Martín de Lucas, artista invitado de Art Madrid'19
A las cuatro de la tarde y bajo un sol de invierno típico madrileño, llegamos puntuales a nuestra cita con Rubén Martín de Lucas, el artista invitado de esta edición de Art Madrid.
Directo, sereno, equitativo, seguro y comprometido con su mundo, que es el nuestro también. Su alma de ingeniero y corazón de artista, le han llevado por el camino de mover conciencias a través de su arte reflexivo, sostenido por el concepto y el poder de la imágen. Rubén y su mano derecha, Fernando M. Borlán, nos abren las puertas de su taller, que son en parte, las puertas de un pedazo de su maravilloso mundo.
Entre pinceles, pinturas y pantallas con imágenes en bucle que se clavan en nuestras mentes, y el perfecto caos que envuelve a todo proceso creativo, nos sentamos con Rubén para hablar de él, de nosotros como especie, del universo y de la manera en la que estamos en él. Esto es lo que nos contó:
¿Quién es Rubén Martín de Lucas?
Es una pregunta compleja. Es una persona más, otro habitante efímero de este planeta.
¿Cómo empezaste en esto?
Pues empecé en el graffitti cuando iba al instituto y luego seguí pintando murales cuando hacía ingeniería. Tras la universidad, empecé con mis compañeros de Boa Mistura y tras un viaje a la India de cuatro meses, decidí embarcarme en el mundo de arte, aunque no tenía ni idea de lo que eso significaba.
¿Qué pasó en ese viaje a la India?
Pues lo que ya sabía, que la ingeniería no era lo mío. Era bueno, gané algunos premios con dotación económica, por lo que tuve un poco de colchón para dedicarme a lo que quería.
Fue algo paradójico, el viaje a la India me sirvió también a nivel emocional, siempre me encantó viajar, y viajar con una mochila sin saber dónde iba a amanecer el día siguiente, me llenaba de incertidumbre. Esa incertidumbre me enganchó de una manera muy fuerte, no saber a qué te vas a enfrentar es realmente interesante, te das cuenta de que se puede vivir con muy poco.
¿Con qué se emociona Rubén?
Pues os diría que lo que más me emociona es la sonrisa de mis hijos. Me emociono básicamente con las personas, hay obras de arte, pelis, canciones que me ponen los pelos de punta, pero son las personas, las miradas, la gente... Yo creo que eso está infitamente por encima de cualquier cosa de expresión. Los ojos hablan, hay mil cosas que me emocionan. La verdad es que en ese aspecto no soy dificil.
Sabemos que el arte es un arma poderosa para hacernos pensar. ¿Qué sientes cuando descubres que mueves conciencias a través de tu obra?
Pues es una de las razones por las que trabajo, una de las razones que me empujan a hacer arte. Porque hacer cosas bonitas, resulta fácil, porque en una sociedad de la velocidad y del ruido, poder generar espacios para la reflexión es fundamental, como luchar por espacios para el silencio. Estamos acostumbrados a la velocidad de la acción pero no a la pausa.
En el arte he encontrado un vehículo, primero, para hacerme yo mismo preguntas y luego compartir esas preguntas con la gente. Hay que preguntarse. He encontrado en el arte una herramienta potente para cuestionarme y para cuestionar todo.
"La belleza es algo que está en la mirada, los estados subjetivos hay que aprender a gestionarlos, intento no tener ni picos muy altos ni valles muy profundos. Busco el camino medio que dicen los budistas, la serenidad."
¿Con qué sueñas?
No sueño con nada. He aprendido a vivir, a fluir, a disfrutar del momento. Lucharía por plantar mis tomates, comer de mi huerta, cosas muy terrenales.
Ver crecer la hierba, ver crecer a mis hijos, tener cierta calma, más espacio para el silencio, quiero disfrutar del camino, soy realista. Vivir cerca de la naturaleza que es parte de mi discurso.
¿Qué encuentras en el arte visual que no te dan otras disciplinas?
Quizá otros tiempos más lentos, creo que cada lenguaje tiene un tiempo asociado. Por ejemplo, la música es el que tiene más potencia para emocionarte en el momento. Las artes visuales, a pesar de estar tan anestesiados por tanta imágen, tienen una pegada más lenta.
Hay imágenes que se te quedan para siempre. Esas son las imágenes a las que me quiero acercar y más cuando van asociadas a una reflexión potente. Y luego la tercera velocidad, que es quizá la más lenta, que es la de los textos. La palabra escrita tiene un tiempo lento pero se puede clavar hasta muy adentro y para siempre.
¿En qué momento te encuentras?
Siempre pienso que cada momento es el más feliz de mi vida. Como solo existe el ahora, estoy en el ahora, no hay más.
¿Y el arte visual en qué momento crees que se encuentra?
Hoy hay una libertad enorme. Puedes hacer lo que quieras, otra cosa es que te ganes la vida. Creo que es un momento interesante, un poco pervertido en el plano económico, pero con un gran abanico de posibilidades.
Hay artistas que se dedican a hacer cosas bellas, hay artistas que hacen acciones muy profundas cuyo trabajo invita a una reflexión y hay, también, una gama infinita entre ambos polos.
¿Qué te inspira?
Todo. Lo que pasa es que tienes que girar en torno a tu propio eje. Hoy día, hay mucho artistas, que como yo, deciden tener una línea discursiva y trabajar con distintos lenguajes o por distintos proyectos, y eso me parece muy intereante.
Decidí seguir una linea discursiva y hablar de nuestra relación con la Tierra. Así que me inspira nuestro comportamiento y las sandeces que hacemos (que no son pocas).
¿A quién admiras?
En este momento a personas como Santiago Sierra, me parece un artista muy potente. Recomiendo su libro "Entrevistas" publicado por Pepitas de Calabaza que me parece muy valiente y muy potente. Una manera de hacer frente a un sistema que no nos gusta, de manera muy frontal. Él habla de la explotación del hombre para el hombre, yo hablo de la explotación del hombre a todo lo demás.
¿Cómo nació la idea de Repúblicas Mínimas, uno de tus proyectos más potentes?
Nació con una línea en un cuaderno, intentando dibujar una recta como frontera. Me hacía gracia dibujar una frontera ridícula que cualquier persona, fácilmente podía franquear.
Luego, decidí sumarle cierto rigor, haciendo que fuera una geometría pura, que furan 100 metros cuadrados, la idea de una nación habitada por una sola persona y cuya vigencia fuera de un solo día. Una idea demencial y totalmente ridícula, como son todos los estados y los son todas las fronteras.
“Ninguna nación existe de manera física, es decir, como un ente objetivo. Su naturaleza es líquida e intangible, se sostiene como construcción mental presente únicamente en el imaginario colectivo. Toda guerra, toda violencia de estado y toda forma de gobierno se apoyan en este concepto. Sin embargo, toda nación, al igual que un témpano de hielo flotando sobre el mar, está condenada a diluirse.”
¿En tu proceso creativo qué prima, la improvisación o la planificación?
Creo que la parte de la planificación es fundamental, por una razón, porque la parte más barata es la de las ideas. Pero siempre hay que dejar margen a la improvisación. Hay que tener las dos, es imprescindible tener ambas.
¿Cuánto tiempo te lleva el proceso de creación de cada pieza?
Depende, por ejemplo, el proyecto Iceberg Nations desde que lo dibujé en una libreta hasta que se hizo realidad, pudo pasar un año o año y medio. Hay que sumar los 10 días que estuvimos en Groenlandia y también la postproducción otros 10. Cada proyecto es un mundo y tiene unos tiempos propios que hay que respetar.
Porqué visitar Art Madrid, qué valor diferencial tiene esta feria.
Art Madrid, para empezar, tiene un espacio con una magia brutal. Esa bóveda de cristal hace que todo lo que está dentro tiene un encanto único. Es una feria, que cuando el tiempo le favorece, se convierte en una auténtica joya.
Este año, como artista invitado voy a tener una instalación con 12 pantallas y otro proyecto de pintura con la Galería Bat.
Además, hay artistas muy interesantes, Art Madrid se ha convertido una cita ineludible con unas dimensiones perfectas para visitar con cierta calma.
¿Sigues formando parte de Boa Mistura?
Boa Mistura la fundamos 5 amigos del barrio, todos metidos en el arte urbano. Al principio mi idea era retirarme un año, pero en ese año, además de nacer mi segundo hijo, Mateo, el ritmo empezó a crecer y cada vez era más dificil conciliar.
No me arrepiento de haber estado, ni de haberlo dejado. Y aunque ya no soy parte activa, el tiempo con mis compañeros ha sido una época preciosa.
Y así ponemos punto y seguido a esta charla de un rato, que bien podríamos haber alargado durante horas, para ser testigos de una visita guiada organizada por Art Madrid en la que de igual manera vemos a Rubén moverse como pez en el agua.
Y nos vamos a nuestras casas con una cura de humildad de regalo, relativizando nuestro lugar en el universo, siendo un poco más conscientes de lo pequeños que somos, lo poco que, en realidad, significamos y lo mucho que nos creemos. También con la sensación de reconocer el resultado de un trabajo bien hecho, en el que el arte, perfectamente cuadrado y conjugado, está al servicio del mensaje, del concepto.
Gracias por recibirnos, Rubén, nos vemos en Art Madrid!
Art Madrid se celebra del 27 de febrero al 3 de marzo en la Galería de Cristal de Centro Centro Cibeles de Madrid. Cultura Inquieta estará presente con un stand de arte participativo, nos encantará que os paséis a visitarnos y saludarnos.
Rubén Martín de Lucas: Web | Instagram
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Por Silvia García