La madurez y el amor son protagonista de los retratos de la fotógarfa Arianne Clément
En comparación con los jóvenes, es menos probable que se tomen fotos de personas mayores y se cuenten sus historias; nuestra cultura está obsesionada con el "tempus fugit" y solo se da valor a lo nuevo, a lo fresco y a aquello que, en teoría, rezuma vida por todos los poros de la tersa piel.
Pero como muestra la fotógrafa Arianne Clément, debemos prestar atención a aquellos que han estado vivos durante más de medio siglo porque, no solo podemos aprender mucho, sino que ver a este grupo prosperar, vivir y amar, puede cambiar nuestra actitud y nuestra perspectiva a medida que maduramos y caminamos hacia la vejez.
Los retratos de la tercera edad de Clément, muestran las rutinas de belleza de señoras espléndidas o el deseo que las parejas mayores todavía sienten el uno por el otro.
Sus imágenes están destinadas a cuestionar los estándares que nosotros, como sociedad, tenemos sobre la vejez; observando sus delicados e íntimos retratos en blanco y negro, uno no tiene la sensación de fin crepuscular, al contrario, tenemos la sensación de comienzo contínuo.
Esas condiciones arbitrarias y esos clichés creados que parecen implicar la edad, se rompen a través de sus retratos.
Clément demuestra que no importa la edad que tengamos, todavía queremos vernos bien para nosotros mismos (y para los demás) y expresar amor mientras somos amados.
Las sorprendentes imágenes ofrecen una visión sincera de la vida privada de sus sujetos y un poderoso recordatorio de que la edad realmente es solo un número porque nunca dejaremos de ser principiantes, la vida nos empuja a ello, nos obliga a comenzar una y otra vez, solo hay que tener ganas.
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Por Silvia García