Este jueves 12 de mayo, un grupo de científicos anunciaron que obtuvieron un vistazo del agujero negro que rota en el centro de la Vía Láctea. Es la primera vez que esto sucede, más allá del antecedente de la imagen del gigantesco astro de la galaxia M87.
El descubrimiento fue logrado por el proyecto Event Horizon Telescope, iniciado en 2012, que consta de una red global de observatorios que colaboran activamente entre sí para examinar fuentes de radio relacionadas con agujeros negros.
A través de una conferencia de prensa en Estados Unidos, Alemania, China, México, Chile, Japón y Taiwán, los científicos dieron detalles de lo que denominaron “un gigante gentil”, el cual está ubicado en el centro de nuestra galaxia.
El retrato del agujero negro supermasivo, llamado ‘Sagitario A’, revela un cuerpo que consume cualquier materia que esté vagando dentro de la galaxia, con un anillo radiante de color rojo, amarillo y blanco, que cerca un interior completamente oscuro.
"Esta imagen muestra un anillo brillante que rodea la oscuridad, el signo revelador de la sombra del agujero negro", expresó Feryal Özel, astrónomo de la Universidad de Arizona.
"La luz que escapa del gas caliente que gira alrededor del agujero negro se nos aparece como un anillo brillante”, agregó.
Özel detalló que el agujero negro es “más amable y cooperativo” de lo que estimaban. “Amamos nuestro agujero negro”, añadió.
En tanto Michael Johnson, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, lo tildó como “voraz, pero ineficiente” porque come poca materia.
El Sagitario A tiene cuatro millones de veces más de masa que el Sol y está ubicado a 26.000 años luz de distancia de la Tierra, el equivalente a 9,5 billones de kilómetros.
La Vía Láctea contiene aproximadamente 100.000 millones de estrellas y posee una forma espiral que se asemeja a un molino. En ese panorama, el Sol está ubicado en la órbita alrededor del Sagitario A.
La única vez que habían fotografiado un agujero negro fue en 2019, también con el trabajo internacional del Event Horizon Telescope. Aquella vez se trataba de uno que residía en otra galaxia, la Messier 87, mucho más distante, masivo, localizado a 54 millones de años luz de la Tierra y 6.500 millones de veces más grande que el Sol de la Vía Láctea.
Los agujeros negros son objetos sumamente densos con una gravedad tan fuerte que ni la luz escapa, haciendo que detectarlos sea una misión muy compleja. Tienen la característica de consumir cualquier astro que caiga en su zona y dragarlo.