Echar horas extra hasta morir o salir de la oficina con un cansancio de muerte podrían llegar a ser expresiones muy literales.
Trabajar es una actividad que a nadie (o casi) le apetece hacer por gusto y, en muchas ocasiones, estar en la oficina puede ser lo más parecido a morir en silencio poco a poco.
Chairbox, un diseñador británico, estaba en casa de unos amigos tumbado en el suelo con las piernas en alto apoyadas en el sofá, cuando bromeó sobre cómo si fallecía en esa posición, sería muy complicado meterle en un ataúd.
“Tendrían que enterrarme así. Seguro que necesitarían un ataúd especial, si eso pasara. Se lo conté a mi amigo, nos reímos, pero después de un par de semanas, retomé la idea y comencé a experimentar”, cuenta el diseñador.
Con un programa de diseño en 3D, Chairbox creó un render un tanto distinto de la idea inicial: una silla de oficina con forma de ataúd. Quizás su inconsciente tomó parte en su diseño y, sin darse cuenta, plasmó las largas horas que pasa sentado en una silla como parte de su trabajo.
The Last Shift Office Chair (la silla de oficina del último turno) no existe, es tan solo un render en tres dimensiones y, sin embargo, nos parece demasiado real y familiar cuando nos paramos a mirarla.
Claro que, entrar a una oficina y ver que las sillas tienen la forma de un ataúd personalizado quizás nos haga entender de forma más clara las verdaderas intenciones de la empresa y, por qué no, del propio capitalismo.
Pero antes de Chairbox, el pintor René Magritte, genio del surrealismo, ya había explorado con los conceptos de “silla” y “muerte” en su cuadro The Blacony (1950). En la pintura podemos ver el sarcasmo propio del artista al equiparar sentarse para admirar las vistas desde el balcón con la propia muerte.
Chairbox asegura que desconocía la existencia de la pintura surrealista antes de inventar su silla de oficina ataúd. No le hizo falta para plasmar un sentimiento compartido por la mayor parte de la humanidad.