La erupción de un volcán es un espectáculo sobrecogedor que nos despierta una serie de deseos un tanto “extraños”, como tocar o comer la lava. Ahora, podemos probar el fenómeno de Cumbre Vieja.
El 19 de septiembre de 2021, la isla española de La Palma se abrió para dejar brotar la fuerza de la naturaleza y de la tierra al exterior. Lo hizo en forma de una increíble erupción en Cabeza de Vaca, en el municipio de El Paso, que se prolongó durante 85 días.
Muchos vecinos perdieron sus hogares, sus pueblos, sus negocios y parte de una isla que sentían como propia. A día de hoy, la mayoría de los palmeños sigue sin un sitio donde vivir.
En un gesto de solidaridad y de pura originalidad, el pastelero Christian Escribá ha decidido transformar el volcán en un dulce para acabar con el mal sabor de boca que a muchos les dejó la erupción. Escribá ha hecho posible que la lava de Cumbre Vieja pueda comerse; o, al menos, algo muy similar a los restos que se esparcen por la isla.
Azúcar, albúmina de huevo, colorante comestible y aroma son los ingredientes que componen la lava comestible creada por el pastelero, un dulce que en la boca deja un sabor a plátano, en honor a uno de los productos insignia de La Palma y todas las Islas Canarias.
El propio Escribá ha compartido un vídeo en el que nos muestra el proceso de elaboración de su invento, en el que comienza con un jarabe a una temperatura de 128ºC, al que añade la disolución con el resto de ingredientes. La mezcla crea una especia de “erupción” que, tras media hora, se solidifica y da como resultado una especie de carbón dulce.
La lava volcánica comestible se vende en mercados de abastos como el de La Boquería, en Barcelona, y el resto de establecimientos que forman parte de la Confederación de Mercados Tradicionales de Abastos de España. Por un precio simbólico de 2,5 euros, todos los beneficios que se obtengan de sus ventas se destinan íntegramente a los palmeños.
Aquí el vídeo de elaboración de la lava volcánica, por Christian Escribá: