La infancia es esa etapa en la que somos puros e inocentes por estar libres de los prejuicios y de la podredumbre del mundo adulto. Puede ser la etapa más magica que vivamos o la más destructiva, pero algo está claro: es la que nos define de por vida.
Los traumas más graves durante la infancia suelen tener su origen en situaciones en las que los pequeños perciben que está en peligro su vida o la de las personas significativas en su crianza. En particular, de la madre o el padre.
Los traumas de la infancia pueden dejar huellas que duren toda la vida, sobre todo si son graves. ¿Qué los hace más intensos? El grado de daño perpetrado, su frecuencia, la edad a la que se produce, los recursos psicológicos disponibles y el apoyo con el que se haya contado.
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La negligencia
El maltrato por negligencia o desatención familiar tiene que ver con la falta de protección a los niños frente a sus necesidades básicas o los riesgos potenciales para él o ella. La privación de cuidados ocasiona carencias físicas, psicológicas y sociales. Las consecuencias de esto dependen de la intensidad del abandono y de los factores de riesgo presentes en el entorno.
El abuso emocional
El abuso emocional es uno de los traumas más graves durante la infancia. Tiene que ver con acciones como violencia verbal continuada, ausencia de muestras de cariño, episodios de humillación y menosprecio, etc.
Un estudio llevado a cabo en 2016 evidenció que conductas de ese tipo producen cambios en el cerebro de los niños.
Encarcelamiento de uno de los progenitores
Los niños que tienen a alguno de sus padres en la cárcel no solo pierden la posibilidad de tener contacto habitual con ese progenitor, sino que además presentan niveles más altos de estrés.
Experimentan una sensación de pérdida continua y casi siempre tienen problemas para formarse un modelo coherente de autoridad y de familia. Es habitual que esto conduzca a desórdenes de apego, síntomas de estrés postraumático o déficit de atención.
El abuso físico
El abuso físico tiene lugar cuando se producen lesiones en el cuerpo del niño como consecuencia de una agresión por parte de un adulto.
Los datos más conservadores indican que 1 de cada 20 personas ha sufrido este tipo de abusos durante la infancia. Este tipo de maltrato hace que el niño (y posterior adulto) sea más vulnerable ante agentes externos que puedan precipitar una enfermedad mental o física.
Abuso de sustancias en el hogar
El abuso de sustancias psicoactivas en el hogar también está dentro de los traumas más graves durante la infancia.
El Grupo Pompidou, bajo la dirección de la Dra. Corina Giacomello, realizó una investigación al respecto. En ella se señala que estos niños tienen mayor riesgo de ser consumidores de sustancias en el futuro, así como de padecer trastornos del estado de ánimo y problemas de salud mental.
Maltrato violento a la madre
Los niños que son testigos del maltrato violento hacia la madre tienen un riesgo muy alto de presentar problemas de salud con más facilidad. También es más probable que ejerzan violencia en la vida adulta y son más propensos a desarrollar trastornos como ansiedad y depresión.
Es común que aparezcan fuertes sentimientos de culpa por no estar en capacidad de ayudar o salvar a la madre.
El abuso sexual
Uno de los traumas más graves durante la infancia es el abuso sexual. Se trata de una experiencia traumática que los niños viven como un atentado contra su integridad física y psicológica. Sus consecuencias suelen perdurar a lo largo de toda la vida.
Este tipo de maltrato incluye cualquier conducta sexual forzada que invada la integridad e intimidad de los menores por parte de un adulto.