Qué hay tras la magia de las primeras veces, según la neurociencia

Cuando nos convertimos en personas adultas tenemos la ilusión de recuperar la ilusión. Compartimos ese objetivo común de volver a sentir la magia y las mariposas en el estómago que producen las primeras veces.

La primera vez que descubrimos el amor. La primera vez que leemos uno de nuestros libros favoritos. La primera vez que escuchamos esa canción que nos acompañará en las ocasiones más especiales. La primera vez que descubrimos la magia del cine en pantalla grande.

Aunque la vida está llena de primeras veces, a medida que crecemos, lo de descubrir se va reduciendo considerablemente y es por eso que nos inunda la nostalgia y el deseo de revivir las cosas con la intensidad que las vivimos en nuestra juventud e infancia.

Fotograma de E.T
Fotograma del filme E.T.

Pero, ¿qué le pasa a nuestro cuerpo y a nuestro cerebro cuando nos estrenamos en algo? ¿Qué hace que sea adictivo tener una sensación nueva? La psicóloga Valeria Sabater, experta en bienestar psicológico, trastornos emocionales, inteligencia emocional y psicología social, nos da las claves.

Según Sabater, la emoción de las primeras veces rara vez se olvida. Ese mecanismo neurológico que orquesta nuestro acercamiento a escenarios vitales inexplorados está mediado por complejos neurotransmisores. Por eso, cuando sobrepasamos el umbral de lo seguro para ir a lo desconocido, experimentamos una curiosa mezcla de miedo, inseguridad y atracción.

"El arte de las primeras veces nos convierte en exploradores en busca de emociones, experiencias y aprendizajes".

Motivación para el cerebro

¿Hace cuánto hiciste algo "por primera vez"? Empezar un nuevo idioma, tener nuevos amigos y hasta viajar a un lugar que no conocíamos. Las experiencias novedosas son unas de las más gratificantes, pues trazan una serie de vivencias a las que el ser humano jamás debería renunciar, tenga la edad que tenga.

No importa que estemos en el otoño de la vida; amar de nuevo, viajar y seguir aprendiendo son dimensiones que valdrán la pena hoy, mañana y siempre. Es más, esas emociones de las primeras veces son como vitaminas para el cerebro, como arterias por donde discurre la motivación y hasta el bienestar psicológico.

De hecho, aunque es posible que muchas de nuestras primeras veces nos dejaron un poco traumados (amores que salieron mal o decisiones erróneas, sumadas a decepciones), si no cruzamos esa línea siempre estaremos en la antesala de la espera, de la inexperiencia. En ocasiones es necesario sobrepasar esa barrera para retarnos.

Fotograma de Cinema Paradiso
Fotograma del filme Cinema Paradiso.

Novedad, dopamina y sistemas de recompensa

El Instituto de Investigación Rotman, en Canadá, realizó un estudio sobre cómo procesa el cerebro los estímulos y experiencias novedosas. Estas situaciones "iluminan", por así decirlo, el cerebro.

Ahora bien, la emoción de las primeras veces está dominada por un neurotransmisor muy concreto: la dopamina. Cualquier sensación de novedad la orquesta este neuroquímico que modula en nosotros múltiples experiencias. Nuestro estado de ánimo mejora, nos sentimos más motivados y orientados hacia nuevas metas.

Asimismo, se reduce el estrés y la mente se vuelve más creativa. ¿Cómo negarlo? Adentrarnos a escenarios vitales novedosos es como sentir infinitas cosquillas. Todo es posible y, aunque podamos tener inquietud, las emociones positivas superan a las de valencia negativa.

La infancia y juventud no son un territorio exclusivo para las "primeras veces". Esa emoción no tiene edad, es eterna y está al acceso de cualquiera de nosotros. Basta solo con promoverla, con salir a buscarla.

Fotograma de Beginners
Fotograma del filme Beginners.

Las primeras veces no deben dejar de sucederse

Es común pensar que hay amores irrepetibles, libros únicos y parajes que no pueden compararse a cualquier otro. Puede ser.

Sin embargo, dar por sentado que ya no experimentaremos la emoción de las primeras veces es peligroso. Es como quien se encierra en una casa, cierra las ventanas y elige no salir más a la vida. Aunque no lo creamos, hay miles de personas, situaciones y escenarios con el poder de hacernos sentir de nuevo el placer de la novedad.

Las personas estamos "programadas" para buscar y disfrutar de las novedades. La curiosidad está en nuestros genes, sin olvidar que somos seres emocionales que ansían sentir, para poder vivir en plenitud.

Fotograma de Mommy.
Fotograma del filme Mommy.

La inteligencia y la apertura a la experiencia

Existe un hecho interesante que debemos considerar. La inteligencia es esa competencia que nos permite resolver los más diversos problemas para favorecer nuestra adaptación. De igual manera, sabemos que las personas más inteligentes son aquellas que están abiertas a experiencias novedosas. Esa tendencia les permite adquirir nuevos aprendizajes, lo cual, contribuye a su avance y desarrollo.

No debemos, por tanto, negarnos la oportunidad de no sentir más la emoción de las primeras veces. Como hemos señalado en el inicio, nunca dejaremos de ser debutantes en el viaje de la existencia. Siempre nos quedará algo por aprender, por probar, por descubrir. Quizás lo novedoso asuste, pero dar el paso nos habilita en nuevas sabidurías y en los más variados placeres.

La infancia y juventud no son un territorio exclusivo para las primeras veces. Esa emoción no tiene edad, es eterna y está al acceso de cualquiera de nosotros. Basta solo con promoverla, con salir a buscarla.

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