Durante más de 20 años, un monje budista llamado Hua Chi ha orado en el mismo sitio en su templo en Tongren, China, y eso ha dejado huella.
Tras dos décadas y hasta 3,000 oraciones diarias, sus huellas han quedado talladas en el suelo de madera, destacando su increíble devoción a la práctica espiritual.
La parte más profunda de las huellas mide 3 centímetros y es un molde de las bolas de sus pies. Hua espera que este signo visible de lealtad y fidelidad le ayude a hacer una transición sin problemas a la otra vida para que su "espíritu no sufra".
Sin embargo, en esta vida, Hua ha tenido un efecto profundo en quienes lo rodean: las marcas de su fe inspiran a otros monjes a crear sus propias huellas.
Chi tumbado en oración.
Las huellas de monje, vistas como signo de fe: