Seguro que muchas personas han sucumbido a la tentación de reproducir un audio de WhatsApp tras haberlo grabado y mandado y se han extrañado al oír su voz.
En numerosas ocasiones, nos ha desagradado escuchar el verdadero sonido de nuestra voz o de nuestra manera de hablar cuando hemos tenido la oportunidad de escucharla desde fuera. Hay una explicación científica sobre por qué ocurre esto.
En la web Big Think, un especialista en el tratamiento de trastornos de la voz frecuentemente graba las voces de sus pacientes para monitorear los cambios a lo largo del tiempo. Sin embargo, lo que le sorprende es la incomodidad que muchos de sus pacientes experimentan al enfrentarse a la reproducción de sus propias voces. Este fenómeno tiene sus raíces en una compleja interacción de fisiología y psicología.
Cuando escuchamos nuestras propias voces en una conversación cotidiana, el sonido se transmite a nuestro oído interno a través de la conducción aérea y la conducción ósea. Esta doble vía produce un sonido más profundo y rico que incluye frecuencias más bajas. En contraste, cuando escuchamos una grabación de nuestra voz, carece del componente de conducción ósea interna, lo que hace que suene más agudo y delgado.
Esta discrepancia entre nuestra voz percibida y su contraparte grabada puede ser desconcertante. Esto es particularmente chocante para los hombres que generalmente desean poder tener voces más graves.
Además, nuestra incomodidad al escuchar nuestra voz grabada también puede atribuirse a factores psicológicos. Nuestra voz juega un papel significativo en nuestra auto-identidad, y la voz grabada puede revelar un contraste notable entre cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos perciben los demás. Esta desconexión puede ser desconcertante, ya que desafía nuestra percepción de nosotros mismos que hemos mantenido durante mucho tiempo.
Nuestra aversión a nuestra voz grabada no necesariamente se debe a su calidad objetiva, sino más bien a nuestra familiaridad con nuestra percepción interna. La investigación respalda esta idea, indicando que las personas tienden a calificar sus voces grabadas de manera más negativa en comparación con evaluaciones realizadas por oyentes imparciales.
Así que, la próxima vez que te inquietes al escuchar tu voz en una grabación, recuerda: no necesariamente suenas peor de lo que piensas. Es más probable que sea el resultado de tu cerebro procesando el sonido de manera diferente cuando se genera internamente versus externamente.
Gracias a Pijama Surf.