El filósofo y escritor José Miguel Valle se dedica al estudio y análisis de la interacción humana. En el siguiente artículo reflexiona sobre la lectura y el peligro de moralizar dicha práctica, mientras ensalza su carácter empático, porque el acto de leer es una manera de escuchar a la otredad.
El título de este texto parafrasea el título de la canción de Extremoduro Ama, ama, ama, y ensancha el alma. Leer permite este ejercicio de autocolonización expansiva, pero merece tomarse con cautela ese cliché que pregona que leer nos hace mejores personas. No caigamos en el error de moralizar el acto de leer. Leer sobre virtudes no nos hace virtuosos, lo que nos hace virtuosos es practicarlas. Cuento esto porque estoy inmerso en la edición de un libro titulado Leer para sentir mejor, que se publicará esta primavera. Es un ensayo muy atípico porque en su redacción he invertido mis habituales procesos creativos. Cuando me llaman para pronunciar una conferencia utilizo las ideas diseminadas en mis ensayos para vertebrarla, pero en esta ocasión he utilizado el contenido de una conferencia para desarrollar argumentativamente un ensayo.
Leer hilvana nuestro mundo con otros mundos porque leer es una manera de escuchar a la otredad. Ayer mismo leí una entrevista de la siempre lúcida y amable Irene Vallejo en la que comentaba que "leer es la forma de introducirte en la mente de otra persona". Precisamente esa infiltración permite comprender la diferenciación y la historicidad del otro, que a su vez nos recuerda lo tremendamente idénticos que somos en tanto miembros de la familia humana, hallazgos reflexivos para neutralizar la producción de odio y prejuicios. El prestigioso crítico Harold Bloom solía decir que él leía para entrar en contacto con mentes más originales que la suya y así aprender de ellas. A mí me ocurre que cada vez que inauguro una lectura auguro que su autor me presentará cosas que no sé y de este modo me enseñará a nombrarlas.
El filósofo Joan-Carles Mèlich afirma en La sabiduría de lo incierto que lo contrario de la palabra no es el silencio, sino el ruido. Es fácil colegir que habitar en las palabras escritas es una forma de amortiguar lo ensordecedor del mundo. También adoro que la lectura cultive mi imaginación para permitir la expansión de mis ideas y la deliberación en torno a otros horizontes posibles. Hace dos semanas me mostraron un estudio bibliotecario en el que la mayor valoración e identificación que hacían las 1.500 personas participantes de 28 países era que "leer ofrece una ventana abierta a la imaginación". El valor cognitivo de la imaginación es tan ubicuo que no somos capaces de mesurarlo. Gracias a su carácter adivinatorio y anticipatorio la vida humana es posible tal y como la conocemos. Todo lo que ahora existe y nos parece de una obviedad que no merece detenernos nació gracias a que alguien una vez tuvo la osadía de imaginarlo.
Como este texto es la primera colaboración de 2022 en Cultura Inquieta, quiero dar las gracias a quienes se demoran en este espacio de reflexión para leer las ocurrencias que sedimento en escritura. Es un gesto al que le confiero muchísimo valor. Como los días siguen teniendo 24 horas como hace siglos, pero el cómputo de tareas que introducimos en ellas se ha multiplicado en las últimas décadas, cada vez disponemos de menos tiempo de calidad para emplearlo en nuestras elecciones personales. Hablando hace poco con una amiga muy lectora, pero ahora agobiada por la falta de tiempo para leer, me dijo riéndose de sí misma: "Antes me daba mucho reparo dejar un libro a medias, ahora los dejo sin empezar". En la gigantesca y a la vez fantástica Una historia de la lectura, Alberto Manguel recuerda algo palmario pero proclive a olvidársenos: "Los libros no piensan por nosotros. Las grandes bibliotecas son objetos inertes, requieren de nuestra voluntad para cobrar vida". En mi condición de autor reconozco que sin el concurso lector de quienes visitan este pergamino digital mi palabra es palabra muerta. Este texto que escribo ahora es palabra difunta, aunque sé que resucitará en el instante en que alguien dialogue con ella a través de su lectura. Muchas gracias por ello.
Un artículo de José Miguel Valle
Filósofo y escritor, José Miguel Valle se dedica al estudio y análisis de la interacción humana. Escribe semanalmente en su blog Espacio Suma NO Cero. Es autor de los ensayos La capital del mundo es nosotros, La razón también tiene sentimientos, y El triunfo de la inteligencia sobre la fuerza. Su último libro es Acerca de nosotros mismos. Ensayos desde el confinamiento (CulBuks, 2020). Aquí puedes leer la entrevista que le realizamos en Cultura Inquieta con motivo de su reciente publicación.