De todos los lenguajes que usamos para comunicarnos con el resto, ya sea a través de las palabras o los gestos, este último, el corporal, es sobre el que menos control tenemos y por eso es el que puede ofrecer información más valiosa y real sobre lo que pensamos o sentimos.
Dentro de lo que pueden decir nuestra postura, nuestras manos, nuestros músculos faciales o nuestra piel, el lenguaje de la mirada puede ser el más sincero, sólo hay que saber descifrar sus misteriosos códigos.
Gracias a Pijama Surf.
Si no del alma, al menos es indudable que los ojos son la ventana de la mente. A través de los ojos podemos conocer los estados internos de una persona, como si miráramos el interior de una casa a través de una ventana.
Simon Baron-Cohen, neurocientífico de la Universidad de Cambridge, ha documentado la habilidad de identificar estados internos de un individuo a través de los ojos, lo cual demuestra que el contenido de la mente de las personas sí puede ser observado, o al menos inferido por la mirada. Y, como sugiere Tobias Grossmann, profesor de psicología de la Universidad de Virginia, los ojos constituyen un puente entre el ser y la otredad que provee acceso directo al estado interno de los demás.
Además, un trabajo publicado en Molecular Psychiatry y basado en una prueba de empatía cognitiva llamada "lectura de la mente a través de los ojos", mostró que somos capaces de descifrar lo que otra persona está pensando o sintiendo al mirarla a los ojos en un rango corto de tiempo.
No se trata de telepatía, sino de una auscultación de los pensamientos basada en el lenguaje corporal, particularmente los ojos. Curiosamente, la prueba mostró que las mujeres son las que más facilidad tienen para "leer" lo que están pensando otros.
Esta capacidad es, según los científicos, algo único en el ser humano, y es que la responsividad y morfología de nuestros ojos son únicas. Los seres humanos tienen la mayor elongación horizontal de las líneas externas del ojo y la mayor cantidad de tejido expuesto (esclerótica), lo que hace que sean la única especie con una membrana esclerótica blanca.
Asimismo, los seres humanos tienden naturalmente a enfocarse en los ojos más que otras especies; algo que nos diferencia de nuestros más cercanos parientes, los chimpancés. Los bebés prefieren mirar al rostro y a los ojos y al hacerlo obtienen información emocional de otras mentes, pues al mirar involucran regiones cerebrales que en los adultos están implicadas en entender el estado mental de los demás.
Curiosamente es la oxitocina, la llamada hormona del amor o del apego, la que modula nuestra respuesta a las señales de la mirada. Diversas pruebas muestran que al administrar oxitocina a una persona, ésta tiende a incrementar su fijación en los ojos. La oxitocina aumenta el reconocimiento de estados emocionales y mentales de otros individuos, que son recibidos por los ojos.
Grossman cita estudios que comprueban que evitar la mirada o una reducida sensibilidad a las señales de los ojos es una de las formas de identificar tempranamente el autismo. De aquí también que los niños a los que se les administra oxitocina logran responder mejor a las señales de los ojos.
A su vez, Gorssman sugiere que esta capacidad de "leer la mente" a través de los ojos es algo que no requiere de un entendimiento conceptual de la mente de los demás, sino que se sirve de la experiencia directa de los estados mentales y emocionales de otras personas.
Es decir, no necesitamos explicar y conceptualizar en palabras lo que vemos, simplemente lo sabemos. Podemos saber si alguien está triste o quiere algo con sólo mirar sus ojos. Podemos también obtener mucha información si analizamos a qué le está poniendo atención, algo que la mirada también revela.
Este es el motivo por el que muchos jugadores de póquer utilizan lentes oscuros cuando juegan torneos: mucha información puede determinarse por la dilatación de la pupila, el ritmo con el que una persona mueve la mirada o su capacidad de sostener la mirada de otros sin alterarse.
Por último, debemos mencionar la controversial disciplina médica de la iridología, en la cual se sostiene que el estudio del iris es una especie de mapa holográfico de las condiciones psicológicas y fisiológicas de un individuo y, por lo tanto, una forma muy útil de diagnosticar a la gente.