Siete rasgos que distinguen a las personas empáticas

La empatía es la base de la intimidad y la conexión más cercana. Sin ella, nuestras relaciones serían superficiales desde el punto de vista emocional y se parecerán más a un trueque comercial.

Sin la empatía podríamos estar cada día al lado de una persona y conocer tan poco sobre sus sentimientos que seguiría siendo una extraña para nosotros. Por eso, la empatía es un potente “pegamento social”.

 “La empatía es ver con los ojos de otro, escuchar con los oídos de otro y sentir con el corazón de otro” – Alfred Adler

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Ilustración de Kelly Beeman

1. Sienten las emociones ajenas

La principal característica de las personas empáticas es su capacidad para percibir y sentir las emociones de los demás. En muchos casos esas personas absorben, literalmente, los estados emocionales de quienes les rodean, convirtiéndose en una especie de esponja emocional. Son capaces de captar y comprender lo que alguien está sintiendo, aunque esa persona tenga dificultades para expresarlo a través de las palabras.

Las personas empáticas se conectan a un nivel más profundo con los demás, lo que les permite sentir en carne propia la alegría o el dolor ajenos y hacerlos propios. De hecho, todo parece indicar que en el «cerebro empático» las neuronas espejo son mucho más activas, las cuales facilitarían, a través de mecanismos de imitación inconsciente, la tarea de ponerse en el lugar de los demás.

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Ilustración de Kelly Beeman

2. Son muy intuitivas y saben interpretar el lenguaje corporal

Las personas empáticas suelen ser muy intuitivas. A menudo se dejan llevar por un “sexto sentido” en sus relaciones interpersonales. Al tener la habilidad de ver más allá de las apariencias, pueden percibir mejor las intenciones y motivaciones de los demás.

De hecho, son especialmente habilidosas captando e interpretando las señales emocionales que envían las personas a partir de las pequeñas pistas que brindan en su comunicación extraverbal. Las personas empáticas pueden percibir pequeños cambios en las expresiones faciales, el tono de la voz o los movimientos corporales de su interlocutor que para los demás pasan desapercibidos. Esa habilidad les permite detectar las incongruencias, mentiras u ocultamientos.

3. Sienten curiosidad por los desconocidos

Las personas empáticas suelen sentir curiosidad por los extraños. Por eso suelen entablar conversación con quien se sienta a su lado en el autobús o en un banco del parque. Les interesa genuinamente la persona que tienen a su lado porque conservan esa curiosidad natural de los niños y el deseo de explorar las relaciones interpersonales.

La «curiosidad empática» no es cotilleo, es una actitud abierta pero respetuosa hacia el otro, una disposición a conectar respetando los límites que establezca su interlocutor. Este tipo de curiosidad conduce al encuentro de dos visiones y mundos diferentes que enriquecen a ambas personas a través de momentos de conexión especial, aunque sean dos completos desconocidos.

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Ilustración de Kelly Beeman

4. Desafían los prejuicios buscando puntos en común

Todos elaboramos suposiciones sobre los demás y usamos etiquetas para ubicarnos dentro de ciertas categorías. No podemos deshacernos por completo de nuestras expectativas e ideas preconcebidas. Sin embargo, las personas empáticas son mucho más abiertas y menos propensas a juzgar a los demás, dándoles siempre el beneficio de la duda.

Al ponerse en el lugar de los otros, los prejuicios dejan paso a la comprensión. Son capaces de dejar de lado su opiniones para abrazar las perspectivas ajenas y comprender los miedos, preocupaciones y motivaciones de su interlocutor. De hecho, las personas empáticas suelen centrarse en los puntos en común, más que en las cosas que los diferencian y distancian. Son personas que tienden puentes a su paso, en vez de quemarlos.

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Ilusttación de Kelly Beeman

5. Están plenamente presentes y practican la escucha activa

Las personas empáticas pueden hacernos sentir como si fuéramos la persona más importante del mundo, al menos durante los momentos que estamos juntos. Eso se debe a que suelen estar plenamente presentes en sus interacciones, nos brindan toda su atención y tiempo, un regalo raro en el mundo hiper-distraído en el que vivimos. 

Las personas empáticas practican la escucha activa de manera natural. Se toman el tiempo para intentar comprender las prioridades, preferencias y motivaciones de su interlocutor. Escuchan sin juzgar, con el objetivo de comprender y ayudar. De hecho, a menudo reemplazan consejos que podrían ser invasivos o generar una actitud defensiva con preguntas como: ¿Cómo te sientes? ¿Qué quieres decir? ¿Cómo crees que deberías reaccionar? ¿Cómo puedo ayudarte?

6. Se muestran vulnerables

Una de las características de las personas empáticas es que no tienen miedo a mostrar su vulnerabilidad. Son conscientes de que para conectar a un nivel profundo no basta con escuchar atentamente al otro y comprender lo que siente, sino que es necesario aportar algo personal a esa interacción, exponerse emocionalmente.

Las personas empáticas se quitan las máscaras sociales a menudo para dejar entrever sus sentimientos y crear ese vínculo especial que se genera cuando dos realidades humanas se tocan desde lo más profundo de su fragilidad. De hecho, la empatía es una vía de doble sentido que implica compartir las penas y las alegrías sin miedo a que el otro se aprovecha de nuestras supuestas debilidades. 

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Ilustración de Kelly Beeman

7. Suelen sentirse abrumadas

Si las personas empáticas no aprenden a gestionar esa sensibilidad especial, pueden llegar a sentirse profundamente abrumadas por las emociones de los demás. Absorber la rabia, el dolor, el sufrimiento o la frustración ajenas puede ser agotador emocionalmente, hasta el punto de desarrollar el Síndrome de Desgaste por Empatía.

De hecho, las personas empáticas no solo muestran esa sensibilidad cuando establecen una relación directa con alguien, sino que también pueden absorber las emociones que flotan en un espacio público o sentirse en shock por imágenes y noticias que reflejen una tragedia humana. Generalmente esa emoción surge intempestivamente y las sobrecoge por completo ya que son capaces de ponerse en el lugar de la persona que está sufriendo o sienten con especial intensidad la ansiedad o el estrés. Por eso es necesario que desarrollen técnicas de gestión emocional que les permitan proteger su equilibrio psicológico.

Gracias a Jennifer Delgado. El rincón de psicología

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