El taoísmo es la tradición filosófica de origen chino que tiene como principales maestros a Lao Tsé, Chuang Tsé, Huang-ti, creador del wu wei, o también llamado "arte de la no acción".
La sociedad occidental parece forzarnos a no parar, a no detenernos. Vivimos en una sociedad en continuo movimiento y en la que no cabe mirar hacia adentro, contemplar, no actuar. El Wu-Wei, por el contrario, nos recomienda actuar en el mundo sin forzarlo, comprendiendo el fluir natural de las cosas y las leyes naturales, sin tratar de modificar lo que está sucediendo.
La “no acción” es un concepto que muchos pueblos originarios poseen con diferentes nombres: para los hindúes es el "akarma", para los toltecas, los "no haceres". Se trata de no malgastar la energía combatiendo de más, no dividirse, favorecer sin impedir, observar las leyes que nos han traído hasta acá.
En libros clásicos de artes marciales como El arte de la guerra de Sun Tzu o en los códigos de combates entre samuráis, se trata de usar las fuerzas (y energías) del entorno y de los oponentes a favor nuestro.
Sin esfuerzo: así crecen las plantas, fluyen las corrientes, orbitan los planetas. Claro que no todo siempre en el mundo humano está en perfecto equilibrio; los hexagramas del I Ching, el Libro de las Mutaciones, plantean esas contradicciones y momentos de mayor conflictividad como lucha entre los elementos (tierra, fuego, agua, trueno, etc.).
También, en sus consejos, los sabios brindan actitudes interiores que favorecerán que las cosas vuelvan a su cauce.
Meditación y wu wei
Durante la meditación nos adentramos en la contemplación de los procesos mentales, esa contemplación implica, entre otras cosas, mirar el fluir rítmico de pensamientos o imágenes aceptándolos y al mismo tiempo, dejándolos ir.
A medida que avanzamos comenzamos a desarrollar al 'observador': la parte consciente de uno mismo que existe independientemente de los pensamientos o sensaciones corporales que aparezcan. La función de esa parte del 'yo espiritual' es fundamental, ya que al tomar distancia y separarse de los pensamientos no alimenta el diálogo interno y nos permite lograr esa tan buscada paz interior que hace fluir mejor las cosas.