Así suenan los cientos de años impresos en los anillos de un árbol

El artista Bartholomäus Traubeck encontró la forma de extraer la música que el tiempo y la vida dejan en el interior de los árboles.

sonido de los arboles 3
 

Poética, existencialmente, sabemos bien que vivir deja marcas. Los sabemos en carne propia, por decirlo con una imagen metafórica que sin embargo tiene un profundo sentido real. Vivir deja marcas en nuestra piel, en nuestro cabello, en nuestros órganos. Y eso vale para todos los seres vivos. En sus últimos años, es común que los perros pierdan los dientes, que el plumaje de ciertas aves se vuelva cenizo y que ciertas plantas simplemente dejen de florear.

Vivir deja marcas, y aunque parece que sólo son señales de decaimiento, existe cierto tipo de seres en los que estas huellas son más bien hermosas, acaso porque pocas veces son visibles: los árboles.

Como sabemos, más allá de su aspecto exterior, la edad de los árboles queda consignada al interior de sus troncos en forma de anillos que se forman y acumulan conforme pasan sus años de vida. Un rasgo singular que Hermann Hesse describió así:

Nada hay más ejemplar y más santo que un árbol hermoso y fuerte. Cuando se ha talado un árbol y éste muestra al mundo su herida mortal, en la clara circunferencia de su cepa y monumento puede leerse toda su historia: en los surcos y deformaciones están escritos con fidelidad todo el sufrimiento, toda la lucha, todas las enfermedades, toda la dicha y prosperidad, los años flacos y los años frondosos, los ataques superados y las tormentas sobrevividas.

Tomando este hecho, el artista Bartholomäus Traubeck realizó una pieza sumamente interesante que captura ese paso del tiempo y, sin sacarlo de ese sentido estético que de algún modo le es inherente, lo traslada a un territorio muy específico del arte: la música. Traubeck diseñó una suerte de tornamesa que en vez de leer discos de vinil sigue las líneas y texturas de los anillos de los árboles.

El resultado es sin duda conmovedor, pues de alguna manera los sonidos resultante no son sólo una especie de materialización de la “sinfonía de la vida” (¿o deberíamos decir del Árbol de la Vida?) sino que también son la obra de ese compositor anónimo, implacable, que es el tiempo, bajo cuya mirada todo sucede y se ordena en un concierto, extraño quizá mientras estamos ahí pero que a la vuelta de los años adquiere una inusitada coherencia, como la música que sale de los anillos de estos árboles.

Bartholomäus Traubeck: Website
via aleph

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