Siete canciones que no quisieron ser un éxito

Descubrir que has cantado tu tema favorito en un concierto con más pasión que el propio artista puede ser un golpe duro.

En el fascinante cruce entre la creación artística y el consumo masivo, existe un fenómeno intrigante: algunas de las canciones más queridas por el público son, a menudo, las más detestadas por los propios artistas que las crearon o por quienes las hicieron famosas interpretándolas. A veces, lo que es un himno para ti, es un peso para ellos, incapaces de reconectar con aquello que lo hizo especial.

Los motivos son tan diversos como los propios artistas, pero suelen gravitar alrededor de ciertos temas recurrentes: la discrepancia entre la percepción de que el público ensalza obras que los artistas consideran menores frente a otras más significativas de su repertorio, y, en ocasiones, el conflicto con los valores personales o artísticos de los creadores, que va de la mano de su propia evolución personal, no acorde a la canción.

A continuación, algunos ejemplos de esta compleja relación entre el artista y su creación.

1. My baby just cares for me, de Nina Simone

En diciembre de 1956, tras 13 horas en el estudio, Nina Simone grabó su primer disco, Little Girl Blue, cerrando el disco con el tema My Baby Just Cares for Me, previamente popularizado por Count Basie.

Nina Simone

Nina la consideraba una composición menor; de hecho, llegaría a decir de ella que era una canción “idiota”, pero como suele suceder con frecuencia, este tema se convirtió en el mayor éxito comercial de su carrera, Tres décadas después de su grabación, My Baby Just Cares for Me resurgió de manera inesperada. Por caprichos del destino, Nina Simone regresó en 1987 gracias a una canción que nunca quiso abrazar del todo.

Esta se había convertido en un tema de culto en los clubes británicos y formaba parte de las listas de los DJ´s más influyentes, con devoción particular en el Mud Club, el epicentro londinense de las tendencias más vanguardistas de los 80. Se cree que este fue el motivo por el cual Chanel la escogió para la campaña global de su fragancia más famosa, Chanel Nº 5, sacando a Nina del ostracismo y presentándola a un nuevo público, que siempre la asociaría con esta canción.

2. Strangers in the night, de Frank Sinatra

Existe controversia sobre si Frank Sinatra realmente odiaba su canción más universal My Way. En 1978, antes de cantarla en Las Vegas, bromeó con el público diciendo: "Y, por supuesto, llega el momento tortuoso de la noche, no para ustedes, sino para mí. Odio esta canción, ¡la detesto!"

Frank Sinatra

Lo que realmente no admite dudas, es el desprecio que sentía por Strangers in the Night, otra de sus canciones más emblemáticas. La pieza había sido compuesta por el director de orquesta alemán Bert Kaempfert. La reacción de Sinatra al escucharla por primera vez fue tajante: “No quiero cantar esto. Es una mierda”. ¿Por qué, entonces, no dejó de interpretarla? La respuesta es simple: la canción funcionaba a la perfección con el público y generaba grandes ingresos.

Los mentideros cuentan que, después de cada interpretación, Sinatra solía gritarle a su banda lo mucho que odiaba Strangers in the Night. Paradójicamente, y como ocurre con todas las contradicciones de los grandes genios, el cantante utilizó esa misma canción como marcha nupcial en su boda con la actriz Mia Farrow, celebrada el 19 de julio de 1966, apenas unos meses después de su lanzamiento.

3. Rock the Casbah, de The Clash

Rock the Casbah, de The Clash, el segundo sencillo del álbum Combat Rock, lanzado en 1982, se convirtió en un himno de rebeldía, pero también en el centro de una amarga contradicción para Joe Strummer.

The Clash

La canción, creada como una crítica a la censura y la opresión impuesta por el gobierno de Irán a la música occidental, fue el tema más exitoso en la carrera de los británicos, llevándolos por primera y única vez a los diez puestos más altos de las listas de éxito en Estados Unidos. Para Joe Strummer, líder de la banda británica, supuso un grave conflicto. La fama y el dinero que generaba la canción eran contrarios a la filosofía punk. No le gustaba hablar de indomabilidad mientras ganaba millones.

Pero lo peor estaba aún por llegar. A principios de los 90,el ejército estadounidense, durante la Guerra del Golfo, utilizó el tema como himno de guerra, con el lema Rock The Casbah inscrito en las bombas. Esta apropiación violenta de su música fue un duro golpe para Strummer y el resto de la banda, que vieron con horror cómo su canción, que defendía la libertad frente a la represión, se utilizaba para justificar el bombardeo de un país.

En 2004, el indomable genio musical argelino Rachid Taha recuperó y versionó el tema en su brillante álbum Tékitoi. Nadie mejor que él, para rescatar el mensaje original de la banda, precisamente desde el mundo árabe

4. Material Girl, de Madonna

En los años 80, el icónico video de Like a Virgin, con Madonna navegando en una góndola por Venecia, marcó una era. Aunque en 2008 declaró que no volvería a cantarla a menos que le ofrecieran una gran suma, la canción sigue formando parte de sus giras, ya sea por el cariño de su público o una posible reconciliación con el tema que la catapultó al estrellato.

Es otro de los hits de ese disco, Material Girl, por el que Madonna siente una profunda aversión. Madonna la ha calificado en más de una ocasión como su canción "menos favorita" de su repertorio y ha expresado su irritación por la asociación del tema con su imagen. El término "chica material" se convirtió en un apodo que quedó permanentemente vinculado a su nombre.

Madonna

El conflicto es claro: mientras estos éxitos definieron su carrera y crearon su leyenda, también la encasillaron en un molde que Madonna ha intentado romper durante décadas. Su rechazo no es solo musical, sino existencial. En el caso de Madonna, un ícono que siempre ha apostado por la reinvención, estas canciones se sienten como viejas etiquetas que ya no quiere llevar, mientras sigue construyendo su legado en sus propios términos.

5. Creep, de Radiohead

Incluida en su álbum debut Pablo Honey (1993), Creep se transformó rápidamente en un fenómeno generacional, atrayendo a legiones de fanáticos y marcando a la banda como los nuevos profetas de la música alternativa. Sin embargo, esa misma fama los encasilló.

Thom Yorke de Radiohead

El rechazo de la banda hacia Creep no es un secreto. De hecho, entre ellos solían referirse al tema como Crap (mierda, en inglés). Durante un concierto en Montreal, al escuchar el grito de un fan pidiendo Creep, Yorke respondió tajantemente: “¡Estamos hartos de ella!”.

Greenwood, de hecho, odiaba tanto la canción que, según cuenta la leyenda, intentó sabotearla durante la grabación añadiendo acordes distorsionados en su guitarra, los cuales terminaron convirtiéndose en el sello más reconocible del tema. Para la banda, Creep representaba el encasillamiento creativo y la reducción de su identidad a un solo éxito.

Después de años de ausencia en sus setlists, Creep fue reintroducida de nuevo en sus giras a partir de 2016, marcando una especie de reconciliación con su propio pasado. En 2021, Thom Yorke volvió a abrazar Creep como quien se cruza con un viejo amor, ese que una vez dolió y ahora despierta una melancolía serena. Con casi tres décadas de distancia, le devolvió su voz cargada de matices nuevos, añadiendo la profundidad y calma que solo otorgan los años y la experiencia.

6. Smells Like Teen Spirit, de Nirvana

Kurt Cobain, el alma torturada de Nirvana, desarrolló una relación tensa y casi enfermiza con Smells Like Teen Spirit, la canción que convirtió a su banda en un fenómeno mundial. Lanzada en 1991 como parte del álbum Nevermind, fue la chispa que encendió el grunge, pero la canción se convirtió en una carga para Cobain.“Es casi una vergüenza tocarla”, confesó en 1993 a Rolling Stone.

Nirvana

De sus diversas declaraciones respecto a Teen Spirit, se deduce una realidad a la que muchos artistas  se enfrentan: a menudo, más allá de la calidad de la obra, lo que realmente les duele es ver cómo su arte verdadero queda relegado y opacado por la repetición infinita de una melodía que, con el tiempo, deja de pertenecerles.

En el caso de Cobain, nos preguntamos cómo enfrentaría un alma tan sensible como la suya la exposición de su obra en los tiempos actuales. La canción sigue siendo un pilar del rock, ocupando un lugar destacado en las listas de los más grandes y alcanzando más de 2.200 millones de reproducciones en Spotify. La melodía se desliga de su creador, convirtiéndose en una pieza que trasciende al autor, un eco del público que la reivindica más allá de la visión original.

7. Wonderwall, de Oasis

Si se menciona el nombre de Oasis, es casi inevitable que Wonderwall sea la primera canción que viene a la mente. Incluida en el álbum (What’s the Story) Morning Glory? de 1995, la canción logró un éxito masivo y sigue siendo identificada como la obra más representativa de la banda.

Oasis

Pero, en una paradoja inquietante, para Noel y Liam Gallagher, esa canción que se convirtió en himno generacional, es también la que más repelen.

Wonderwall ha alcanzado logros impensables, como ser la primera canción de los años 90 en llegar a mil millones de reproducciones en Spotify, un hito que solo puede sorprender a quienes la crearon. Para Noel, es "increíble", pero no por las razones que la mayoría podría pensar. Wonderwall es una de las canciones que menos le gustan de su repertorio, no solo porque ha sido sobreexpuesta, sino porque, en sus propias palabras, "no está terminada".

Por su parte, para Liam, la melodía que todos aman se convirtió en una carga. "¡No soporto esa maldita canción!", llegando a afirmar que cada vez que tenía que cantarla, sentía una repulsión tan profunda que le daban ganas de vomitar.

Así, estas historias nos invitan a reflexionar sobre la relación paradójica entre el artista y su creación. ¿Realmente seguimos oyendo lo que ellos quisieron transmitir? Al final, lo que nos pertenece de estas canciones es la historia compartida y el eco colectivo que les da vida mucho después de que los artistas deseen liberarse de ellas.

Entre la ovación del público y el desencanto del creador, las canciones viven una existencia propia, más allá de su origen.

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