No nos hemos atrevido a hacer una guía de Venecia porque hay ciudades que no pueden resumirse ni explicarse con un listado de lugares a visitar, sentimos que su estela traspasa galaxias, nebulosas y sistemas solares.
Pero hay corazones más osados que sí han sabido condensar tanta belleza en un puñado de viejas páginas, como el poeta italiano Diego Valeri, quien declaró su amor por la ciudad italiana con "su Guía sentimental de Venecia", escrita en 1942.
Valeri relató lo obvio, la belleza de sus puentes, palacios y canales, pero también supo abordar la melancolía que sentía en Venecia, una ciudad que parece estar suspendida en el tiempo.
Sin embargo, este sentimiento se mezcla con la belleza atemporal de la ciudad, creando una obra que es tanto una celebración como una meditación sobre la fragilidad y la permanencia.
Además de hacer un recorrido emocional y poético por una de las ciudades más fascinantes del mundo, vista a través de los ojos de un autor que la ama profundamente, hemos querido visitarla y sentir que podemos hacer nuestra propia guía sentimental de la ciudad del Adriático.
Una ciudad suspendida en el tiempo
Cuando visitamos Venecia por primera vez, hay una sensación inevitable de asombro que pronto se convierte en una especie de tristeza.
Es como si la ciudad misma fuera consciente de su destino, de que en un futuro no muy lejano podría desaparecer bajo el mar. Este sentimiento se hace aún más palpable cuando uno contempla los palacios que parecen flotar sobre el Gran Canal, como barcos anclados en el tiempo.
El Gran Canal, con sus fachadas envejecidas y sus aguas que reflejan el paso de los siglos, es el corazón palpitante de Venecia.
A lo largo de su curso, se encuentran algunos de los edificios más imponentes de la ciudad, desde el gótico Palacio Ducal hasta la imponente Basílica de Santa Maria della Salute.
Pero Venecia no solo se disfruta mirando hacia arriba. Al caminar por sus calles laberínticas, descubres pequeñas plazas y patios que invitan al recogimiento, a la reflexión, a sentir el pulso de una ciudad que vive entre la vida y la leyenda.
Dorsoduro, el alma escondida
Lejos del bullicio de San Marcos, en el barrio de Dorsoduro, Venecia revela su cara más íntima y silenciosa.
Aquí, los turistas son menos frecuentes y las calles más tranquilas. Este es el refugio de estudiantes, artistas y locales que encuentran en las pequeñas trattorias y cafés una pausa del ajetreo diario.
Es un lugar donde se puede caminar en paz, descubrir iglesias escondidas como la de Santa Maria dei Carmini, o simplemente sentarse en un banco junto al canal a ver el tiempo pasar.
Dorsoduro también es hogar de algunos de los tesoros artísticos de la ciudad, como la Gallerie dell’Accademia y la Scuola Grande di San Rocco, que alberga obras maestras de Tintoretto, Tiziano y otros grandes del arte veneciano.
En este rincón de la ciudad, parece que la historia sigue viva en cada pincelada, en cada altar, en cada plaza empedrada.
Por eso decidimos alojarnos en el corazón de este barrio, en el Hotel Avani Rio Novo, un oasis en el que la vida late a golpe de hogar.
Las vistas, el edificio integrado en la historia, los detalles, el arte, sus olores y sabores, no podíamos imaginar mejor lugar en el que empezar a soñar con nuestra guía sentimental de Venecia.
Otro de los motivos por los que hemos visitado Venecia, ha sido para disfrutar de la exposición que el artista británico Endless, en el mismo Hotel Avani Rio Novo, al que pudimos recientemente entrevistar, y que suma luz y color con arte urbano a los espacios comunes de nuestro hotel.
La expo está abierta hasta el 3 de noviembre, una oportunidad única para disfrutar de este artista y descubrir un nuevo universo veneciano.
Este encuentro entre el pasado y el presente no solo refleja la vitalidad de la escena artística contemporánea, sino que también ofrece una mirada fresca y renovada a la ciudad.
El hotel cuenta con 144 habitaciones que se asoman a los tejados y canales haciéndonos testigos privilegiados y silenciosos de su historia.
El diseño del hotel refleja el estilo del racionalismo italiano, caracterizado por sus líneas limpias y formas geométricas. En el interior, se celebra la profunda relación de Venecia con el cine.
El Hotel es una prolongación de esa Venecia que hemos querido sentir como nuestra, en la que la vida sucede de verdad.
Ubicado en el distrito de Dorsoduro, el Avani Rio Novo Venecia se presenta como un moderno referente en Venecia. Además, Con esta exposición se posiciona como referente cultural de la ciudad de los canales.
Cuando se pone el sol
La verdadera magia de Venecia se despliega al caer la noche. Cuando los turistas se retiran y las luces comienzan a apagarse, la ciudad entra en una especie de letargo melancólico.
Solo unas pocas ventanas iluminadas en las viejas casas que descansan sobre el agua son testigos de la vida cotidiana de los venecianos, quienes reclaman su derecho a una vida tranquila mientras el mundo exterior sueña con su ciudad.
Pasear por Venecia de noche es una experiencia única. Las calles vacías y los canales oscuros crean un ambiente casi surrealista, como si la ciudad estuviera esperando que alguien la descubriera de nuevo.
La Venecia de los venecianos
Para quienes viven en Venecia, la ciudad no es un monumento inalcanzable. Es su hogar.
Mientras los turistas recorremos sus calles en busca de postales eternas, los venecianos van al mercado, arrastran sus carros llenos de frutas y productos frescos, y reivindican su derecho a una vida tranquila, lejos del bullicio.
El Mercado de Rialto, con sus puestos de pescado, verduras y flores, es un microcosmos de la vida diaria veneciana.
Aquí, los locales hacen sus compras matutinas mientras los gondoleros preparan sus embarcaciones para un día más en las aguas del Adriático.
Es una Venecia más real, más tangible, donde el tiempo parece moverse a un ritmo diferente.
El arte como legado eterno
Hablar de Venecia es también hablar de arte. La ciudad ha sido cuna de algunos de los más grandes pintores de la historia, como Tiziano, Veronese y Canaletto.
Sus obras adornan no solo los museos, sino también las iglesias y palacios que salpican la ciudad. La Basílica dei Frari, por ejemplo, alberga el impresionante "Paraíso" de Tintoretto, una de las pinturas más grandes del mundo.
La fugacidad de una ciudad eterna
Venecia es un lugar que se siente más allá del tiempo. Es una ciudad que se vive, se sueña y se respira.
Su belleza, su melancolía y su fragilidad la hacen única en el mundo. Y aunque su futuro sea incierto, mientras esté en pie, seguirá siendo un refugio para quienes buscan algo más que simples postales turísticas. Venecia es, y siempre será, un rincón del alma, una ciudad para perderse y encontrarse, una ciudad para amar.
«Una felicidad fuera del tiempo; un sentimiento de la vida tan lleno y sosegado, que nos lleva sobre la vida; suficiente para hacernos fantasear que, si pudiéramos ver durante toda la eternidad, desde debajo de las Procuratie Nuove, los cincuenta arcos y las doscientas ventanas de las Vecchie, y la Torre dell’Orologio que las remata o, girando la vista, el ángulo del Palacio Ducal con la Porta della Carta, no tendríamos, durante toda la eternidad, nada más que desear».
Diego Valeri
Nos quedamos con el anochecer sin luces, con sus decenas de plazas con pozos de agua, con los sueños de los ingenieros que la harán eterna.
Nos quedamos con los hoteles con alma, con Dorsoduro y los caminos secundarios que nos asoman a puestas de Sol alucinantes. Nos quedamos con los gelatos, los cafés, con Tiziano, Tintoretto, con la sepia negra, con el cine y su magia, con el arte y su promesa.
Gracias a Avani Rio Novo por crear un hogar a 1834 kilómetros de nuestra casa.