Iniciamos una serie de 3 recorridos por el país europeo con un paseo por sus joyas arquitectónicas. La mezcla de creencias se traduce en riqueza, belleza y magnificencia.
A lo largo de la historia de la Humanidad, los hombres han intentado acercarse a lo divino a través de la construcción de templos y edificios religiosos que estuvieran a la altura de las distintas deidades a las que rendían pleitesía.
Aunque si hay un lugar en el que la arquitectura religiosa es lo más parecido a alcanzar el cielo, ese es sin duda Hungría. Iglesias, parroquias, sinagogas y demás edificios sagrados se distribuyen a lo largo y ancho del país demostrando, además, la amplia variedad de religiones que coexistieron (y todavía conviven) en la región.
Os invitamos a acompañarnos en este recorrido por los templos religiosos húngaros, el primero de una serie de tres paseos que desde Cultura Inquieta haremos inspirados por esas joyas arquitectónicas llenas de magia que nos irán trazando un viaje lleno de maravillas a lo largo de distintos puntos de Hungría.
En nuestro primer recorrido repasamos los secretos de la Basílica de San Esteban, la Gran Sinagoga de Budapest, su cercana Iglesia de Matías y la Iglesia Parroquial de la Asunción de la Virgen. Después, nos desplazaremos a la desconocida, pero no por ello menos espectacular, Gran Iglesia Reformada de Debrecen.
Desde hace más de mil años, Hungría forma parte de la Europa cristiana, tal y como se refleja en su Ley fundamental. Todo se remonta al rey San Esteban I, que gobernó del 1001 al 1038 con la vista puesta en dedicar el país y la nación a la Virgen María.
De la mano del monarca recalamos en nuestra primera parada: la basílica catedral de San Esteban, uno de los edificios más altos de la ciudad de Budapest y el segundo edificio religioso más grande del país. Aquí se encuentra la Santa Diestra, mano derecha del rey San Esteban I, una reliquia medieval cristiana húngara y uno de sus múltiples secretos escondidos en sus muros.
Detenerse en su estilo neorrenacentista, en sus detalles y en la magnificencia de esta construcción es obligatorio para cualquier turista que se acerque a la capital húngara.
Más de medio siglo fue necesario para construir en 1905 lo que comenzó como un milagro para los habitantes de la ciudad. Cuando la gran inundación de Budapest en 1838 arrasó con la ciudad, tan solo unos pocos enclaves se salvaron del desastre y la actual plaza en la que se erige la basílica fue uno de ellos. Centenares de locales se acercaron hasta aquí para sobrevivir al desastre, una señal que tomaron como caída del cielo, un milagro que querían devolver con la construcción de una iglesia en el lugar de la salvación.
Así nació este increíble edificio religioso en el que, cada lunes, los conciertos de órgano retumban entre sus paredes y se elevan hasta su cúpula, a la que se puede subir para obtener una de las mejores vistas de la capital húngara y sentir que se toca el cielo.
Nuestro paseo en busca de edificios divinos nos conduce hasta la calle Dohány, donde se encuentra la iglesia judía más grande de Europa y la segunda del mundo: la Gran Sinagoga de Budapest. Construida a mediados del siglo XIX en estilo morisco, su ornamentación no pasa desapercibida, como tampoco lo hace su toque oriental, que brilla gracias al contraste de su estructura moderna de hierro fundido.
Diseñado por Ludwig Föster, arquitecto de la Sinagoga de Viena, y decorada en su interior por el arquitecto húngaro Frigyes Feszl, la combinación de ambos genios traspasa los límites de lo divino y nos traslada a una sinagoga neóloga, muy similar a las iglesias cristianas.
En su interior, con 1.200 metros cuadrados y torres de 44 metros, se escuchan los conciertos de órgano que pueden disfrutar en directo hasta 3.000 personas.
Toca admirar ahora la Iglesia de Matías, una obra maestra del gótico, escenario de enlaces y coronaciones reales.
La primera iglesia de Buda fue construida en el siglo XIII y en su origen fue una mezquita turca hasta que, en 1686, se reconvirtió en una iglesia católica de estilo barroco. Fue entonces cuando el arquitecto Frigyes Schulek decidió renovarla, aplicando el estilo gótico a la construcción.
Y así la conocemos a día de hoy, con una intacta Puerta de María que data del siglo XIV y un rico interior decorado basado en los patrones medievales excavados. Pero, sin duda, lo que más llama la atención son las baldosas vidriadas de su parte superior, llenas de color y obra de la fábrica de porcelana Zsolnay.
Dejamos atrás Buda y cruzamos a Pest para alzar la mirada y encontrarnos con la Iglesia Parroquial del Centro, el edificio más antiguo a este lado del Danubio.
En sus muros se puede leer la historia de la ciudad, con un estilo romano primigenio en su edificación en el siglo XII, pasando por una conversión a mezquita por los turcos en el XVII y siendo reconstruida a su actual estado barroco tras los incendios de 1723.
Como consecuencia, en la iglesia se dan encuentro distintos estilos, como su capilla gótica, un altar mayor del siglo XX o un púlpito neogótico de madera. Pero, sin duda, lo que más llama la atención de esta joya arquitectónica es su mihrab, un nicho de oración turco; sin olvidar que en el interior de la iglesia se encuentran los restos del obispo mártir Gellért.
Pero no solo la capital húngara esconde reliquias arquitectónicas religiosas. El final de nuestro recorrido nos lleva a Pécs, una de las cinco ciudades más grandes del país.
Escondida como un tesoro entre colinas y frondosos bosques, esta antigua necrópolis cristiana fue el lugar escogido por el rey San Esteban para fundar un episcopado. Hoy en día, es la segunda ciudad más poblada de Hungría y alberga la iglesia reformada más grande del país.
Nos desplazamos entonces a La Gran Iglesia Reformada de Debrecen, la cual forma, junto al Colegio Reformado, un símbolo de la Reforma Húngara, el epicentro de la educación y la cultura durante el Renacimiento. Su iglesia es, tal y como indica su nombre, un edificio de grandes dimensiones en el que encontramos una sinagoga y el antiguo baño ritual, ambos pertenecientes a la mayor comunidad judía del país tras la capital.
Su interior, de un blanco pulcro en contraste con el barnizado oscuro de la madera de sus bancos y órgano, llenan de serenidad el alma de quien decide entrar a visitarla.
Como en todo edificio religioso, la sorpresa se encuentra al mirar el cielo e intentar encontrarnos con ese arquitecto divino. En la Gran Iglesia Reformada de Debrecen, encontramos frescos rodeados por un intenso oro.
Con el corazón en un puño y la mirada llena de milagros arquitectónicos, finalizamos plenos nuestro primer recorrido por las joyas arquitectónicas de Hungría, un país que es un milagro en sí mismo. Visitar sus edificios y pasear por sus calles es toda una experiencia religiosa que continuaremos haciendo inspirados por su magia.