Finalizamos nuestra serie de recorridos por Hungría perdiéndonos entre las fachadas y los interiores de los edificios en los que las artes se experimentan en todo su esplendor, en vivo y en directo.
La cultura se vive, se respira, no entiende de fronteras, es un aglutinador de todas las almas que poblamos este mundo. La cultura también se encuentra en las calles, en las fachadas de los edificios que guardan el arte en todas sus disciplinas y, para descubrir esa cultura que permanece oculta, no hay nada como darse un paseo para empaparse del encanto cultural de cada lugar.
Desde Cultura Inquieta os invitamos a acompañarnos en nuestro último paseo por Hungría, un recorrido en el que visitaremos los edificios que representan físicamente la cultura, cunas en los que las artes se experimentan en todo su esplendor, en vivo en directo. Así, recalaremos en la Casa del Patrimonio Húngaro y la Academia de Ciencias de Hungría, el Vigadó Concert Hall, la Ópera Nacional, el Teatro nacional de Pécs y los distintos museos del país.
Llegamos a Budapest con la certeza de que recordar nuestra historia nos hace mejores y, a un país, lo ayuda a avanzar de la mano de la memoria. Aquí se inauguró finales del siglo XIX la Casa del Patrimonio Húngaro (Budai Vigadó), pensada en sus inicios para ser un teatro y una biblioteca que sirviera a las inquietudes culturales de los húngaros.
La fachada, más bien sencilla, esconde en su interior una solemne estructura en la que el art nouveau se torna el verdadero protagonista,con escaleras de mármol de cuento, pilares de piedra y los 301 asientos de su teatro, en el que el Conjunto de Folklore Estatal ofrece con su centenar de actuaciones al año una experiencia imprescindible para cualquier viajero a la capital húngara.
Lo mejor para entender el folclore húngaro es, sin duda, asistir a cualquiera de los espectáculos que congrega la Casa del Patrimonio Húngaro mientras se admiran los detalles de su interior, con más de un siglo de historia. Así que nos hacemos con unas entradas previamente reservadas en su web y disfrutamos de la cultura de este país europeo que no deja de sorprendernos.
Seguimos en Budapest y nos dirigimos a nuestra siguiente parada: la Academia de Ciencias de Hungría. Este es el resultado de un gran esfuerzo por fundar una organización de la lengua y las ciencias húngaras y conseguir su modernización y adaptación a cada época.
En 1825 y gracias a la donación del Conde István Széchenyi, se fundó la academia con el objetivo específico de desarrollar el idioma húngaro y estudiar y propagar las ciencias y las artes en húngaro. Todo un ejemplo de apuesta por la cultura del país materializado en un edificio que se amplió en 1865 con la inauguración de su espacio central, construido por el austriaco Friedrich Stüler con estilo neorrenacentista.
Continuamos en la capital húngara para llegar a uno de nos enclaves favoritos como enamorados de la cultura: el Pesti Vigadó, eje de la vida cultural de Budapest desde 1865. Conciertos, teatro, presentaciones de arte contemporáneo, arquitectura, cine, fotografía… cualquier tipo de representación cultural imaginable se encuentra en el interior de esta joya arquitectónica.
En 1833, su espacio lo chupaba el salón de baile Redoute, pero tras la Guerra de Independencia húngara, se le encargó al arquitecto romántico local Frigyes Feszl reconstruir el palacio y así nació el actual Pesti Vigadó. El espacio comenzó albergando bailes de patinaje sobre hielo, bailes de disfraces, el Baile Széchenyi… pero el 2004 cerró.
Es divertido imaginarnos en uno de esos bailes, una excusa de ocio para socializar y pasarlo bien en un edifico que fue renovado en 2014 y que es actualmente uno de los centros de arte mas importantes de Europa.
El siguiente punto de nuestro recorrido se sitúa también en Budapest, concretamente en la conocida avenida Andrássy, número 22. Vemos a lo lejos un edificio majestuoso, neorrenacentista, y no es otro que la Ópera Nacional de Hungría.
Diseñado por Miklós Ybl, el teatro tiene una curiosa forma de herradura y fue inaugurado en 1884 en presencia del Emperador Francisco José I como uno de los grandes edificios culturales de Europa, hasta el punto de rivalizar con la Wiener Staatsoper (Ópera de Viena) en su momento.
Inicialmente bautizada como Ópera Real de Hungría, este es un lugar mágico para la música y el teatro, gracias a su excelente acústica. Además, la extrema belleza de su interior es más que digna de admirar y nos quedamos boquiabiertos con los detalles de sus recovecos, decorados por artistas húngaros como Mór Than, Károly Lotz y Bertalan Székely.
En su aforo de 1.300 localidades podemos imaginarnos a cada uno de los asistentes admirando la Ópera Nacional de Hungría desde su butaca, sintiéndose pequeños ante tanta magnificencia y completamente emocionados tras ser una de las privilegiadas almas que han podido experimentar un concierto en su interior, abandonando el edificio atravesando el revestimiento de mármol italiano del vestíbulo entre sus cuatro estatuas situadas en la escalinata de alfombra roja y levantando la vista al monumental fresco circular de la bóveda, creado por el célebre pintor Károly Lotz.
Nos desplazamos al oeste del país y paramos en Pécs, donde nos espera el Teatro nacional de la ciudad. Este enclave tiene una estrecha relación con las artes dramáticas desde finales del siglo XIX, con obras tanto en alemán, como en húngaro, que se organizaban junto con otro tipo de espectáculos en salas de baile, posadas y cualquier escenario que encontrasen.
Construido por el austriaco Adolf Lang y su compañero Antal Steinhardt en un estilo ecléctico, el Teatro Nacional de Pécs estaba diseñado para albergar 800 localidades. Los locales querían un teatro que contara con una compañía diversa y soñaban con un lugar al que pudieran acudir regularmente para tener experiencias artísticas y encuentros sociales con sus vecinos.
En su interior, encontramos figuras de grandes actores teatrales del momento, como Károly Kisfaludy, y una estatua del “Genio” en su cúpula, diseñado por el escultor György Kiss y materializado por la renombrada Zsolnay Porcelain Factory.
No podíamos finalizar este recorrido sin mencionar las grandes casas guardianas de la cultura: los museos. Hungría es un país repleto de riquezas culturales y a lo largo del país se distribuyen numerosas pinacotecas y otros espacios de exposición artística que merece la pena conocer con calma y la mente y el corazón abiertos.
La primera parada para conocer el país en su más amplio espectro artísticos sería la Galería Nacional, que alberga la colección pública de obras de arte más amplia de Hungría. La Galería Nacional del Palacio de Budavár alberga exposiciones temáticas e históricas que nos ayudan a conocer la historia del país, con obras desde el siglo XI, hasta la actualidad. Como curiosidad, hace años que la Galería Nacional se fusionó con el Museo de Bellas Artes, por lo que los artistas húngaros conversan con clásicos internacionales en sus salas.
Esto nos lleva al Museo de Bellas Artes, en el que encontramos obras desde la Antigüedad, hasta el arte contemporáneo. Su oferta cultural es suficiente reclamo para visitarlo, pero además, el edificio que lo alberga linda con el parque y balneario termal más grandes de Budapest, así como con la Plaza de los Héroes, sitio del Patrimonio Mundial. Leonardo, Raffaello, Tiziano, Dürer, El Greco, Velázquez, Rubens, Rembrandt, Van Dyck, Tiépolo, Goya, Manet, Monet, Toulouse-Lautrec, Renoir y Cézanne… ¿quién no quiere que estos artistas estimulen su mente?
Para los amantes del arte contemporáneo, el Museo Ludwig de Budapest es una parada obligatoria. Situado en el edificio del Palacio de las Artes (MÜPA), en la ribera del Danubio de Pest, es el único museo húngaro especializado en este movimiento artístico y recopilar material local e internacional.
Aunque tampoco pueden perderse el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo MODEM. A 230 km de Budapest, en Debrecen, las obras del siglo XX de artistas húngaros y extranjeros conviven en ocasiones con las de su colección Antal-Lusztig, una de las colecciones húngaras más importantes en la actualidad.
Viajar en el pasado y descubrir un asentamiento romano contiguo o contemplar monumentos de 2.000 años de antigüedad son algunas de las actividades que se pueden hacer en el Museo Aquincum de Óbuda; mientras que el pasado de los carruajes se vive en Keszthely, en el museo del palacio Festetics.
Los secretos del art nouveau se desvelan en el Museo Húngaro de Artes Aplicadas, cuyo edificio es en sí mismo un obra; y no podemos olvidar el Museo Vasarely, en Pécs, dedicado al artista del artista del siglo XX Victor Vasarely, figura clave del op art, el arte cinético y abstracto geométrico internacional.
Terminamos este recorrido por la cultura y la historia húngaras extasiados y con el corazón lleno, cada vez más enamorados de Hungría, un país que nunca deja de sorprendernos.