El óxido de la cadena de una vieja bicicleta y el engranaje perfecto de los eslabones reciclados, llevan la obra de Young-Deok Seo al podium del arte sostenible.

Seres humanos a tamaño real que expresan angustia, una emoción inherente a la sociedad hiperindustrializada en la que sobrevivimos. Una paradoja estética, ya que los cuerpos aparecen huecos, sin nada en el interior, hechos de metal ( en ocasiones oxidado por el paso del tiempo y las condiciones vitales)
El artista, que afirma contar historias a través de la figura humana, presenta esculturas de todo tipo: desde cuerpos humanos sin cabeza tumbados en el suelo a otros sin piernas y colgados de las paredes. A primera vista, cuando te fijas en su trabajo, lo primero que te viene a la cabeza son las miles y miles de horas que habrá tenido que dedicar a cada una de las figuras, así como las miles y miles de cadenas de bicis que habrá tenido que despiezar para conseguirlo.
Lo segundo que llama la atención es cómo ha usado su propio rostro de referente en muchos de sus trabajos. Según afirma, sus esculturas capturan la ansiedad del ser humano moderno y en especial, de los jóvenes. A través de su trabajo, muestra la realidad diaria con todos sus problemas y dificultades.
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