Son muchas cosas las que el ser humano ha inventado, pero todavía no ha conseguido dar con la fórmula para viajar a ese cualquier tiempo pasado que fue mejor.
Es imposible experimentar las atmósferas y respirar las vidas que tuvieron lugar a principios del S.XX, pero sí hay algo que se ha inventado para que aquellos días sean sentidos de alguna manera, las fotografías.
Esas fotográfias en blanco y negro que congelan espacios y momentos para que nuestras cabezas y nuestras almas se hagan una idea de cómo debía ser la vida en épocas que no conocimos, fueron la pasión de Jacques Henri Lartigue.
Jacques capturó su vida y sus días en la lente de su cámara y, en especial, estaba fascinado por la popularidad del deporte a principios del siglo XX como un pasatiempo de moda para las clases altas y medias.
“Desde niño padezco una especie de enfermedad: todas las cosas que me maravillan se escapan sin que pueda guardarlas lo suficiente en la memoria”.
– Jacques Henri Lartigue
El fotógrafo, que también fue un gran deportista, fotografía tanto los momentos llenos de dinamismo que ofrecían las carreras, el esquí, el tenis, la gimnasia o incluso el ala delta, como el componente social que conllevaba practicar esas disciplinas.
Sus magníficas fotografías en blanco y negro no solo muestran idílicas ubicaciones, sino que también nos muestran los elegantes estilismos que lucían los deportistas de la época, poco que ver con la apariencia que tienen los gimnasios actuales.
Henri Lartigue nos invita a pasear por imágenes llenas de vida y elegancia y nos hace inspirarnos con el esíritu deportivo y olímpico que destiló un momento y una época irrepetibles.
“Hago las fotografías con amor, porque quiero que sean objetos de arte. Pero, y esto es importante, las hago ante todo para mí”.
– Jacques Henri Lartigue