"Comencé con la fotografía analógica hace ahora unos cinco años y cada vez siento que es la manera que más me gusta usar para expresarme", nos explica el autor de las imágenes.
Cuenta Ricardo Gómez que desde pequeño ha estado en contacto con las cámaras y que siempre ha sentido mucha curiosidad el mundo de la técnica fotográfica.
Frente a la inmediatez, apuesta por el mimo. Frente a lo industrial, lo artesano. Su penúltimo viaje le ha llevado a México, lugar que define como "más fotogénico imposible" y de donde nos ha traído estas imágenes.
En muchas de ellas podemos percibir un halo de luz. No es un fallo, es la cámara que tiene una entradita de luz, "a mí, personalmente me encanta y por eso no la reparo", dice el fotógrafo. De hecho, esta peculiaridad da nombre a la cuenta que se ha hecho en Instagram.
Cuenta el fotógrafo que a la hora de fotografiar a personas es más de pedir perdón que de pedir permiso: "Rara vez me he encontrado con algún problema con alguien en la calle. También te digo que soy bastante sigiloso y me atrevería a decir que la gran mayoría de gente que retrato no se entera. También encuentro ahí la motivación de alguna manera, en captar un instante de vida pura sin impostura alguna".
Una Canon FX del año de la polca (aproximadamente de 1964) con un objetivo 50mm / 1.4 -su preferido- y aparte una Olympus Pen son sus armas. También la suerte de conocer a gente con muchísimo talento que se han parado a enseñarle y a aclarar sus dudas: "Admiro a tantos fotógrafos y tantas fotógrafas famosísimos, y son tantos los que forman mi imaginario fotográfico que no sabría apuntarte cuales de ellos son mis referencias. Pero por ejemplo, admiro mucho a Josh Kern, Enrique Villaluenga y a Alba Fredenand. Gente joven con muchísimo talento".
Para la mayoría de nosotros, Ricardo es un viejo conocido, porque no hablamos de otro que el actor Ricardo Gómez, con quien muchos hemos crecido y a quien hemos visto crecer como persona y como intérprete.
En Cultura Inquieta nos sentimos muy afortunados con que nos haya dejado permitido conocer esta otra faceta suya y compartir su fotografía: "Me hace sentir muy vulnerable por ejemplo el hecho de compartir mis fotografías. De alguna manera es mi ojo, mi punto de vista, es decir, cada fotografía es un poco de mí o al menos de cómo veo yo el mundo que me rodea. Cuando interpretas puedes esconderte detrás del personaje. Tienes un escudo".
Entiende la diferencia entre fotografía analógica y digital como un paralelismo entre el teatro y el cine. "Ambas disciplinas son espectaculares, pero el teatro tiene el directo que hace que todo sea mucho más imprevisible y está rodeado de más adrenalina. Lo que adoro del analógico es aquello que no puedo prever", nos confiesa.
"Estoy revelando los carretes de un viaje que he hecho a Buenos Aires y acabo de terminar de editar un libro de fotografía con una temática muy personal que espero poder compartir pronto", nos cuenta Ricardo en cuanto a sus próximos proyectos fotográficos.
Ricardo Gómez: En mi cámara entra luz