Corría el año 1949 cuando el joven cineasta trabajaba de fotorreportero para la revista ‘Look’, un periodo en el que logró contar la historia de Estados Unidos con todos sus contrastes.
Stanley Kubrick siempre tuvo una mirada especial. Lo comprobamos en sus películas, todas obras maestras de la historia del cine, como 2001: Una odisea en el espacio o El resplandor, pero también en sus trabajos como fotoperiodista, una profesión que desempeñó mucho antes de convertirse en el reconocido cineasta.
Fueron los padres del propio Kubrick quienes le iniciaron en el mundo de la fotografía, cuando le regalaron una Leica III por su 13º cumpleaños y, como cualquier niño con inquietudes artísticas, el pequeño Stanley comenzó a probar a retratar el mundo desde sus ojos.
Tan sólo tres años después, la publicación norteamericana Look se fijó en sus imágenes y le contrató como fotoperiodista para realizar encargos. Kubrick se convertía en un fotógrafo asalariado, un periodo que duró entre 1945 y 1951.
En 1949, la revista envió a Kubrick a cubrir una historia sobre la ciudad de Chicago. Querían que retratase a sus ciudadanos, la vida en sus calles, su aura, sus contrastes.
Del encargo surgieron dos volúmenes llenos de imágenes que conseguían trasladarnos al propio Chicago de la época y empatizar con su gente, entender las diferencias económicas de su sociedad y el momento social que se respiraba en el ambiente. En este artículo recogemos las fotografías de Chicago (Volume 2), 1949.
A diferencia del perfeccionismo extremo que siempre le caracterizó a la hora de rodar, a la hora de tomar fotografías Kubrick entendía la espontaneidad como la clave para conseguir una buena imagen.
“Creo más en captar la acción espontánea que en la representación cuidadosa de una imagen, es el más válido y expresivo uso de la fotografía”