Las fotografías botánicas de Cunningham, tomadas durante las décadas de 1920 y 1930, se han comparado con las pinturas abstractas de flores de Georgia O’Keeffe realizadas aproximadamente en la misma época, pero el parecido puede tener poco que ver con la influencia.
Imogen Cunningham (Estados Unidos, 1883-1976) tuvo una carrera fotográfica de siete décadas que abarcó el retrato, la fotografía botánica, el desnudo o la fotografía de calle. Fue una mujer que desafió fronteras y no se dejó encasillar en un solo estilo.
Imogen fue una niña arisca que parecía no encajar en ningún lado y cuyos intereses discrepaban del resto de la familia. Sin embargo, la pequeña tenía una marcada vocación artística desde su primera infancia: dibujaba al grafito y le fascinaban las ilustraciones de una edición del Infierno de Dante.
Tras tocar varios estilos a lo largo de su vida, la botánica y las composiciones de carácter floral se ponen en el centro de su obra. Ocurre un importante cambio en su estilo cuando se aproxima cada vez más al sujeto fotográfico. Utiliza las flores y plantas de su jardín, troncos y árboles al tiempo que magnolias y alcatraces alternando con serpientes y cebras del zoológico.
La maternidad mantuvo ocupada a Cunningham, pero no lo suficiente como para hacerla olvidar la cámara. Entre 1923 y 1925 trabajó los temas botánicos hasta el punto de la abstracción, hecho que le ha valido el ser comparada con las pinturas de Georgia O’Keeffe (esposa, por cierto, de Alfred Stieglitz).