Nada es lo que parece en el mundo de Anton Gudim, que acostumbra a sorprender a medio mundo con sus pequeños e inesperados cómics.
El ilustrador ruso Gudim Anton asegura que no busca el humor: «No es una prioridad ni un objetivo para mí, solo recuerdo un par de veces en que se me ocurrieron ideas realmente divertidas». O sea, que si te ríes, es cosa tuya. «Si algunas imágenes resultan divertidas para alguien (o si no), genial. Estoy contento de todos modos siempre que haya logrado crear algo interesante», expresa.
Quizá sea cierto. No es un humor universal, y no todas sus ideas hacen gracia. Lo comprobamos. Mostramos las ilustraciones a varias personas: algunas miran el dibujo, miran al que ahora teclea partiéndose el pecho y se marchan, serios, preguntándose por qué se relacionaran con gente tan extraña.
Es un humor, más bien, de fibra absurda. La mayoría de situaciones absurdas que se producen en el mundo son irrefutables, pero cada uno se conmueve con aquellas que, por algún motivo, le interrogan. Por eso, el absurdo es un hilo, no un tejido: no puede incluir todas las veces a todo el mundo.
Un hombre se mira en un espejo de un armario de aseo y, al abrir la puerta, en vez de desaparecer el reflejo, aparece su misma figura pero desollada.
Anton Gudim: Instagram