Esta religiosa dominicana aprendió a pintar de forma totalmente autodidacta. En el año 1500, se embarcó en la aventura de crear este mural a tamaño real que mide más de 6 metros de largo y casi 2 de alto.
De colores vibrantes y detalles minuciosos, Nelli demostró un dominio de la pintura absoluto tanto en los objetos como en la representación de las figuras, en una época en la que el estudio de la anatomía estaba prohibido para las mujeres.
Durante dos siglos, la obra de la pintora permaneció en su convento, Santa Caterina, para deambular después por diferentes lugares y ser finalmente enrollada y guardada hará unos 100 años.
A los daños sufridos por este siglo de abandono -a pesar de una restauración significativa en 1939- hay que sumarle los añadidos por las inundaciones de Florencia en 1960. Durante los últimos 4 años, el equipo de Advancing Women Artists se han encargado de la restauración de la obra y han hecho posible que, ahora, podamos disfrutar de ella.
Advancing Women Artists (AWA) está formada por un equipo de mujeres curadoras, restauradoras y científicas que buscan rescatar y reclamar la "mitad oculta" del arte de Florencia. Hablamos, claro está, del arte firmado por mujeres.
Esta monumental obra colocaría a la monja reconvertida a artista al mismo nivel de pintores como Leonardo da Vinci, Domenico Ghirlandaio y Pietro Perugino, quienes también crearon versiones de "La última cena" de Jésus y sus 12 apóstoles.
El proceso de restauración no ha sido fácil y ha incluido tareas como la eliminación de una gruesa capa de barniz amarillo, el tratamiento de la pintura descascarada y el análisis de la composición química de los pigmentos.
"Restauramos el lienzo y, al hacerlo, redescubrimos la historia de Nelli y su personalidad", explica la conservadora Rossella Lari. "Tenía pinceladas potentes y cargaba sus pinceles con pintura", continúa Lari.
Ahora, por primera vez tras más de 500 años, "La última cena" de Nelli tiene el lugar que se merece, en el museo de la iglesia de Santa Maria Novella, donde cuelga junto a obras maestras de artistas como Masaccio o Brunelleschi. Si algo queda claro con esta pintura, aparte de la capacidad artística de la pintora, es como dice Lari, "sabía lo que quería y tenía el control suficiente de su oficio para lograrlo".
Tanto, que en una época en la que no era habitual que los artistas firmaran las obras, mucho menos siendo mujer, Nelli reivindicaba no solamente su saber hacer como pintora, sino su nombre en un mundo adjudicado a los hombres.