Es increíble la capacidad que tiene el ser humano para sobreponerse a las dificultades que se le presentan y, yendo un paso más alla, para transformar sus dificultades en un arte apasionante.
Esta es la historia de la artista de Boston Bethany Noël Murray, que ha convertido sus migrañas crónicas en un arte pictórico que nos recuerda en el trazo y los colores a la obra del mismísimo Vicent Van Gogh.
Su serie titulada "Migraines in Nature", muestra la visión que Bethany tiene del mundo cuando se ve atacada por una de sus fuertes migrañas y, con ella, pretende explorar la sobrecarga sensorial que acompaña a la afección, incluidas las alteraciones oculares llamadas "auras".
Cuando uno ve estos paisajes caleidoscópicos, distorsionados y punteados, entiende que la artista espera que las personas encuentren una alegría inesperada en el mundo natural que les rodea y que capten, el mensaje de que hay que sacar el lado positivo a todo y ver belleza donde puede que no la haya.
Bethany, que estudió bioquímica en Reed College durante dos años y más tarde se graduó en la Rhode Island School of Design especializándose en pintura, confiesa haber sufrido dolores de cabeza durante 20 años.
Y añade, "Comencé a hacer pinturas para mostrar la increíble belleza que acompaña a esta extraña condición neurológica, ya que siempre me ha fascinado la neurobiología detrás de las imágenes que veo".
La mayoría de las pinturas de la serie se basan en bosques muy arbolados, que la artista ve como refugios para evitar la luz fuerte; para ilustrar sus síntomas visuales de auras, macroscopia y microscopia, Murray distorsiona los paisajes con ondas expresivas, grandes áreas de color fracturado y ráfagas de luz blanca.
Bethany, usa el "expresionismo" en el más amplio sentido del término, como una herramienta para expresar cómo se siente y para que los demás veamos lo que percibe desde su bello y doloroso prisma.
La artista describe su obra como un homenaje a "Alicia en el país de las maravillas"; cada escena del bosque muestra un mundo de color magnificado, que bordea la fantasía, la magia y los sueños.
Murray trabaja con yeso blanco y negro; ella misma explica el proceso, "el negro del lienzo hará la sombra, y agregando la luz en un efecto de remolino, imito el aura que veo todo el tiempo; mis pinturas han sido una prueba de lo que experimento durante un ataque y, a pesar del dolor, he decidido ver lo bueno, lo extraño y lo bello".
Nosotros también lo vemos, también somos espectadores del prodigio de estos trazos.