A veces, uno se pasa tantas horas sentado que parece que su cuerpo vaya a fusionarse para siempre con la silla.
Cuatro patas, un respaldo y una superficie sobre la que apoyar las posaderas para, básicamente, sentarse. El concepto de una “silla” es bastante simple, aunque esta pieza de mobiliario se ha reinventado a lo largo de la historia del diseño, regalándonos verdaderas joyas que nos maravillan y espantan a partes iguales.
Ejemplo de ello es la Homme Chair (silla hombre) de la diseñadora Ruth Francken, creada en el año 1971.
Lo que llama la atención de esta pieza es que tiene la forma de un hombre sentado, es decir, su espalda es el propio respaldo, sus brazos hacen de reposabrazos y quien quiera que decida sentarse lo hará sobre su regazo, apoyándose en sus piernas, que hacen de patas. Es, a todos los efectos una “silla hombre”.
Para crear este diseño tan sumamente surrealista y pop, más propio de piezas como las que creaban artistas como Salvador Dalí, Francken escogió a un modelo masculino para que se sentara en una silla. Después, sus ayudantes le cubieron poco a poco con yeso, hasta crear un molde de su cuerpo con esta forma tan singular.
El proceso fue repetido un número limitado de veces, aunque usando plástico para el molde en una edición especial en distintos colores y cuya base era de acero. Las homme chairs salieron a la venta en París, ciudad donde residía la diseñadora.
Años más tarde, en 1983, Francken reeditó su icónica silla junto a Felix Canetti, en la Galería X Plus. Con el tiempo, al fallecer Canetti, la diseñadora continuó creando ella misma sillas hombre en una serie de copias numeradas.
Ruth Francken fue, además de la mente tras esta desconcertante, fascinante y divertida silla, una diseñadora checa muy activa en Francia. Nacida en República Checa en 1924, desarrolló su carrera a lo largo de más de seis décadas, en dos continentes y más de una docena de países.
En sus primeros años como artista, se interesó por el expresionismo abstracto, hasta que en 1964 decidió probar com objetos, esculturas, collage y diferentes técnicas que siguieron la senda del surrealismo y el pop-art.
Hoy, podemos admirar su Homme Chair y comprobar cómo sería quedarse pegado a la silla, literalmente.