Es increible cómo actua la naturaleza, la química y el medio para conservar antiguos objetos que son vestigio de esas apasionantes civilizaciones que ahora podemos conocer, civilizaciones como la egipcia.
Egipto y todo lo que rodea a su existencia, sigue siendo en la actualidad un misterio por resolver; la histora lleva siglos hablándonos de los egipcios como una de las civilizaciones más inteligentes y que más ha hecho por el arte y la cultura en la historia.
Recientemente ha sido descubierta una paleta de pintura propiedad de Amenemopet, visir y mecenas del faraón Amenhotep III, que todavía conserva casi intactos algunos de sus pigmentos.
La vibrante y colorida pieza que se data entre el 1390 y el 1352 a. C., ahora agrega un toque de color al ala egipcia del Metropolitan Museum of Art (MET) de Nueva York; tallada en una sola pieza de marfil, está grabada con una inscripción que homenajea a Ra el Dios Sol adorado por Amenhotep III y su hijo Akhenaton.
La curadora Catharine H. Roehrig explica que la paleta estaba llena de "los seis colores básicos de la paleta egipcia", junto con un marrón rojizo y un peligroso naranja que contiene en su composición, arsénico.
Cada uno de los colores representa un significado o está asociado a una deidad como explica Jenny Hill de la web Ancient Egypt Online.
El verde se traduce como "florecer" o "estar saludable" y representa una nueva vida. El rojo se consideraba un color poderoso, y a menudo enojado, debido a su apariencia como de sangre, también se relaciona al dios Isis.
El azul era sinónimo de los cielos, el amarillo denotaba la eternidad y el oro, el blanco representaba la pureza y el negro simbolizaba la muerte y el más allá.
Como es evidente, los egipcios estaban muy interesados con la simbología de los colores que usaban para adornas sus tumbas, sus jeroglíficos o sus papiros, de hecho la frecuencia o la intensidad con que eran utilizados, definían con fuerza el concepto de sus obras.
Es realmente curioso conocer nuestros antepasados gracias a las bondades de la arqueología, pero sobre todo gracias a los milagros de la conservación y sus aleatorios procesos.
Metropolitan Museum of Art: Web