El conflicto armado es una amenaza para la identidad cultural del país, donde el Museo Ivankiv y todas sus obras han sido reducidos a cenizas.
La cultura es una huella identitaria de cada sociedad, una bandera ante la que los ciudadanos de un país se sienten cohesionados y que no entiende de colores, ni de telas que ondear. Por eso, para cualquiera que pretenda invadir una región y busque hacerse con el poder del pueblo, los símbolos que unen a su gente son una amenaza que eliminar, en tanto en cuanto se ven como un pegamento de resistencia frente al enemigo.
Putin ha comenzado una guerra que el mundo consideraba impensable y, en su ofensa frente al pueblo ucraniano, la cultura es uno de sus objetivos en el punto de mira. Tanto es así que, durante la primera semana de asedio, las tropas rusas incendiaron el Museo Ivankiv, situado en la región de Kiev, junto a la mayoría de las obras que albergaba en su interior.
En su colección, tal y compartió el ministro de Exteriores ucraniano, se custodiaban alrededor de 25 obras de la pintora ucraniana Maria Prymachenko, una celebridad en el mundo del arte del país. Entre estas pinturas, destaca la pérdida de Two headed-chicken, realizada en 1977 y uno de los mejores ejemplos de su estilo pictórico.
El Museo Ivankiv, situado a pocos kilómetros de la capital Kiev, era uno de los lugares donde el arte de Prymachenko se mantenía a salvo. La pintora pasó a la historia por ser pionera en su país en el arte naif y fue galardonada con el Premio Nacional de Ucrania Taras Shevchenko.
Nacida en una familia campesina, vivió y murió en un pueblo cercano a Ivankiv y no fue hasta 1930 cuando comenzó a compartir su talento con el resto del mundo. Sus obras, que influyeron a pintores como Picasso, destacan por sus colores vivos y sus imágenes de monstruos y pájaros fantásticos de la mitología eslava.
A veces, Prymachenko pintaba lo que veía en sueños, mientras que en otras ocasiones las leyendas y los cuentos de tradición popular eran su fuente de inspiración para realizar sus pinturas, las cuales rinden homenaje a los campesinos de su tierra.
Ante esta situación la UNESCO ya ha anunciado un plan de trabajo junto a los principales museos de Ucrania para salvaguardar su patrimonio cultural. De hecho, la Agencia cultural de las Naciones Unidas ha denunciado que ya se han destruido tesoros como la ciudad de Kharviv, el centro histórico de Tchernihiv y parte de Babi Yar, un monumento al Holocausto en honor a los 33.000 judíos asesinados a manos de las SS de Hitler.
El asedio de Putin ha acabado con algunas de las obras de Prymachenko, un símbolo ucraniano que el odio de los intolerantes ha querido arrasar para someter a un pueblo que está demostrando su fortaleza y su riqueza cultural.