Somos el cúmulo de nuestras experiencias y nuestras vivencias pero, en un porcentaje altísimo, también somos el conjunto de nuestros recuerdos y nuestros pensamientos, esos que nos dibujan una sonrisa en la cara cuando nos vienen a la mente.
Imaginad cómo tiene que ser ese día en que se empiezan a perder los archivos que alberga el corazón, ese momento en que se comienza a olvidar la infancia, la adolescencia, la madurez, las caras, a la gente que amamos y hasta a nosotros mismos.
El Alzheimer es una de esas lacras y esos males que afectan a nuestra sociedad actual y por el que no se para de llevar a cabo iniciativas para estimular a los pacientes que van desde terapias musicales, hasta la construcción de aldeas en las que los afectados por la enfermedad podrán vivir con total normalidad.
Los últimos estudios que se han hecho con enfermos de Alzheimer intentan basarse en terapias no farmacológicas que conllevan la interactuación de los pacientes con muñecos que les despiertan sentimientos para paliar la sintomatología de esta triste enfermedad.
Algunos pacientes están interactuando con estos muñecos a los que cantan nanas o dan besos y, ésto, les ayuda a reducir la agitación, a mantener la atención y a pasar de ser cuidado a convertirse, por un rato, en cuidador.
La terapia consiste en que los enfermos reciben los muñecos por espacios cortos de tiempo y supervisados por la terapeuta ocupacional que sabe cómo entregarlos y cómo retirarlos; este estudio toma como punto de partida que la memoria emocional es la última que se pierde y, por eso, estimularla ayuda a conservar ciertos recuerdos y ciertos comportamientos.
Maribel González, directora del Centro de Referencia Estatal de Atención a Personas con Alzhéimer y otras Demencias, que depende del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) declara, "Cada vez más residencias nos consultan".
Esther Alonso con uno de los muñecos en brazos
González, además sentencia, "Cuando tengamos conclusiones, publicaremos una guía para profesionales y familias; estamos en la fase inicial, hemos estudiado la bibliografía y tenemos que terminar de perfilar la hipótesis y la metodología".
La psicóloga Nuria Carcavilla advierte que el proceso no debe tomarse como un juego, pero, no obstante, es positiva la idea porque se basa en la teoría del apego y las personas con demencia encuentran referentes perdidos, como la relación con sus padres o hijos, en los muñecos.
Aunque algunos familiares son reacios a la terapia porque creen que infantilizan a sus padres o abuelos, el estudio está dando resultados positivos y no hay más que ver las caras de los pacientes, la felicidad del alma se refleja en ellas.
Vicente Pérez sonriendo a una de las muñecas
Ojalá sigamos avanzando entre las tinieblas que supone la fatal pérdida de la memoria y todo el caos emocional que supone perderse a uno mismo.
h/t: El País