Hace 50 años se descubrió el cuerpo de un soldado armado en Finlandia. Recientemente, algunos arqueólogos echaron un segundo vistazo al cuerpo y descubrieron que "pudo haber sido no binarie".
La revista European Journal of Archaeology publicó los hallazgos, que demostraban que el cuerpo podría haber tenido un cromosoma X adicional (XXY).
El cuerpo probablemente fue enterrado entre 1040 y 1174 d.C, cerca de Suontaka, en un actual municipio de Finlandia. El fallecido estaba vestido con ropa femenina típica de la época, pero también junto a dos espadas, lo que a menudo (aunque no siempre) se asocia con la masculinidad en muchas culturas europeas premodernas.
La Universidad de Helsinki y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva llevaron a cabo análisis de ADN antiguo de los restos. Aunque el ADN resultó significativamente dañado durante todo este timpo, los resultados sugieren que el individuo enterrado podría haber nacido con el síndrome de Klinefelter.
El síndrome de Klinefelter es una condición genética en la que los hombres nacen con un cromosoma X extra. Los síntomas suelen ser sutiles y algunas personas ni siquiera se dan cuenta de que padecen la afección.
Las características principales son infertilidad y testículos pequeños. Otros síntomas incluyen aumento de altura, caderas anchas, masa muscular reducida, vello corporal reducido, pene pequeño y desarrollo de los senos. Algunas personas con esta afección también experimentan dificultades para socializar o expresar pensamientos.
Es extremadamente difícil saber cómo esta persona se percibía a sí misma o cómo era definida por el entorno social más amplio, señalan los investigadores. Sin embargo, está claro que era muy respetado dentro de la comunidad, como lo demuestra el cuidado y honor de su entierro.
“Si las características del síndrome de Klinefelter hubieran sido evidentes en la persona, es posible que no se la hubiera considerado estrictamente una mujer o un hombre en la comunidad."
Este hecho demostraría que, ya en el siglo XI-XII, existía un respeto hacía las personas que fluían dentro del espectro de la identidad. Una sociedad con más avance que la que, a veces, habitamos en pleno siglo XXI.