Todos los amantes del cine sabemos del poder que tienen las canciones en una escena, de lo importante que es elegir un repertorio musical que subraye el guión hasta el punto de convertirse en un personaje más de la película.
Sofía Coppola, en el mundo del celuloide, es la perfecta DJ que sabe siempre qué pieza debe sonar y en qué momento.
La cinta que afianzó la carrera de Sofía Coppola con el aplauso de la crítica ha cumplido 21 años de legado estético generacional.
Fue a principios de 2003 y Lost In Translation era la segunda película de la directora. Cinco años antes había debutado con éxito con su adaptación al cine de la novela de Jeffrey Eugenides Las vírgenes suicidas –icono estético y representante de la angustia adolescente por excelencia– y esta tenía que ser su obra de confirmación. Década y media después, ostenta el título de culto sin tapujos.
Si hay algo que caracteriza a Lost In Translation, probablemente la mejor cinta de Sofia Coppola, son las atmósferas de una alienante Tokyo que, paradójicamente, aísla a sus protagonistas y, una espiral de sentimientos contradictorios que se mueven entre la más absoluta decadencia de la soledad y las ganas de decir y de sentir.
Para poner sonido al universo que Sofia creó para sus dos protagonistas, Charlotte y Bob, toma canciones de su amada electrónica francesa y con Air y Phoenix expresa las luces y las sombras de una de las ciudades más pobladas del planeta.
La decadencia y el sentimiento de isla que sus personajes arrastran durante el metraje, se conduce a la velocidad del shoegazing post punk de The Jesus and Mary Chain o My Bloody Valentine.
Las ganas de expresar y de sentir todo lo que no se dice, de lo que queda relegado a las miradas, son el More Than This de Roxy Music o el When Doves Cry de Patti Smith.
Nosotros, como Murray y Johansson, vivimos una continua tensión sexual con esta cinta, tensión que sí podemos resolver cada vez que queramos y que vivimos con la emoción y la intensidad de unas tardías palabras al oído que siempre llevaremos con nosotros.