Individualista a ultranza y ajeno a los clichés, el genial arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright (1867-1959) encaró cada proyecto como si fuera el primero y el único.
No militó en el movimiento moderno, pero nos legó un puñado de iconos del siglo XX, como la Casa de la Cascada (1939) y el Museo Guggenheim de Nueva York (1959). Su obra trascendió más allá de lo que muchos nunca creyeron, y el tiempo le dio la razón.
La ambición del arquitecto Frank Lloyd Wright encontró un cauce perfecto en las grandes urbes que diseñó.
El trazado y diseño de una ciudad es complejo. De todos los espacios que ha habitado el ser humano, quizá ninguno tan cambiante, tan supeditado a las necesidades de las personas que ahí residen, como las grandes metrópolis. Sin embargo, qué asombrosa su capacidad de adaptación. Si un espacio responde, casi de inmediato y orgánicamente a las necesidades de sus habitantes, es una metrópoli.
Uno de los primeros grandes arquitectos en ver el potencial de las grandes ciudades fue Frank Lloyd Wright, quien siempre pensó la urbe como el espacio por excelencia para la comunicación –inmediata y a distancia.
Curiosamente, la idea de ciudad de Wright era muy distinta a la realidad de estas. Las grandes urbes se caracterizan por una suerte de “caos funcional”, una coincidencia compleja de incontables factores que, contra todo pronóstico, encuentran la manera de operar entre sí. Pero esto para Wright no era admirable, sino justo lo contrario. Ante la saturación propia de las ciudades, Wright prefería los elementos de los más se carece en los espacios urbanos: aire, espacio, luz y silencio.
Los diseños urbanos de Wright –entre los que se encuentran los centros cívicos de Madison, Wisconsin, y de Pittsburgh Point, entre otros–, buscaron siempre propiciar la conexión entre los integrantes de una comunidad y sus múltiples intereses. Wright entendió que la vida social estaba compuesta de muchos elementos: el arte, el entretenimiento, la política, la convivencia diaria y fortuita, el trabajo y más.
A propósito de una exposición de los diseños urbanísticos de Wright que se presentó hace un par de años en el MoMA, Morgan Meis señaló en The New Yorker el peculiar extremismo del arquitecto, quien imaginó espacios densamente ocupados, incluso con edificios imposibles de construir, pero también suburbios casi rurales, bucólicos. Además, como se sabe, la utopía también fue un ejercicio en el que incurrió, específicamente con su “Broadacre City”, una metrópoli de grandes espacios abiertos en donde la vida diaria de sus habitantes estaría facilitada por la tecnología mecánica y de comunicación.
Todo esto, tanto en los proyectos factibles como en sus fantasías más descontroladas, bajola idea de una convivencia perfecta entre el espacio artificial y el natural, las construcciones y el entorno, los edificios y aquello que los rodearía: los árboles, un río, las montañas, etc.
Es en este sentido que se habla de arquitectura “orgánica” en las ideas de Wight: diseños que si bien a primera vista parecerían rígidos, de líneas duras y formas inflexibles, cuando se observan en relación con el medio donde se encuentran, se revela la correspondencia con este, su coincidencia detalladamente planeada.
Para Wright, tanto en la utopía como en los diseños concretados, el arquitecto era una especie de demiurgo que debería ponderar hasta el elemento más mínimo del espacio urbanístico para que aquello que sucediera en una ciudad no fuera fruto del azar o del caos, sino una especie de resultado objetivo, científico casi, que pusiera a dialogar la vitalidad con la lógica. Y esa quizá sea la gran enseñanza de su labor: que las ciudades son espacios donde sí es posible habitar de forma sensata.
Frank Lloyd Wright (1867 - 1959) fue un arquitecto, diseñador de interiores, escritor y educador estadounidense.
El legado de Frank Lloyd Wright comprende 679 edificios proyectados a lo largo de sus 72 años de vida profesional.
La práctica de Wright es catalogada como ejemplo de la arquitectura orgánica, que es caracterizada por el plano abierto de las construcciones, la difuminación de los límites entre el interior y el exterior, y la utilización de materiales originales como el acero y el hormigón.
via Aleph