Hay creencias, decisiones o hábitos que son la respuesta a filosofías de vida incomprensibles para la mayoría de un mundo que sabe que, vivir en sociedad, conlleva ciertas normas que afectan al prójimo. Algo que a Amou Haji le suena a "cuento chino".
Amou Haji era un anciano iraní que indiscutiblemente llevaba un estilo de vida poco popular. De acuerdo con sus propios cálculos, la última vez que tomó un baño fue hace seis décadas.
Aseguraba que la higiene personal lo enfermaba y él, por encima de todo, valoraba su salud. Su felicidad radicaba en no poseer nada más que unos viejos trapos que cubrían su cuerpo y un extraño instrumento adaptado para utilizarse como una pipa de fumar.
Esto no es todo, Amou consideraba su alimento favorito la carne podrida de animales muertos, especialmente de puercoespín, y cuando se sentaba a admirar los valles de su natal Dejgah, un pequeño poblado al sur de Irán, le gustaba sacar su pipa y fumar un poco de heces de animales, mientras observaba el horizonte.
Por cierto, las seis décadas que llevaba sin tomar una ducha le coronaban como poseedor de este récord, superando, con mucha diferencia, al indio Kailash Singh, quien llevaba 39 años sin recurrir a esta práctica.
A pesar de lo poco agradable que podría parecer la apariencia de Amou, y de que su modus vivendi provocaba rechazo, lo cierto es que con su sola presencia cuestionó muchos de los pilares de nuestra cultura como el consumo, la acumulación de bienes materiales, la esterilización del cuerpo y el medio ambiente, entre otros.
Desde una cierta perspectiva, no podríamos descartar que este personaje presentara mayores dotes evolutivas que el resto de humanos.
Tristemente, Amou falleció a la edad de 94 años, según la Agencia de Noticias de la República Islámica de Irán, y lo hizo dos meses después de darse una ducha. En el informe de la IRNA se dice que vecinos y amigos de Amou lo convencieron para tomar un baño, por primera vez en aproximadamente 70 años.
La información no precisa si fue el baño o la edad lo que le mató, pero puede que afectara el pequeño ecosistema que se había formado tras tanto tiempo llevando su peculiar estilo de vida.
Por último, cabe mencionar que Amou Haji no era el nombre real de esta persona, sino que se trata de una suerte de apodo hipocorístico que en la cultura iraní se da a las personas mayores.