En toda etapa artística que se precie sea de la disciplina que sea, hay obras que marcan la esencia de ese periodo en cuestión. El Barroco estuvo protagonizado por el drama y la oscuridad y estas 15 pinturas tuvieron parte de culpa.
El siglo XVII marcó el comienzo de un nuevo movimiento artístico impregnado de grandeza y emoción. El Barroco se caracterizó por su suntuosidad y su deseo de inspirar asombro en el público. Pintores como Caravaggio y Rembrandt produjeron obras maestras en las que dieron protagonismo absoluto a los juegos de luces y sombras.
Otros artistas de esta época, optaron por la teatralidad en sus composiciones apoyándose en el movimiento y tomando como conceptos historias de la Biblia y de la mitología antigua.
En la siguiente recopilación, te dejamos con pinturas relevantes de la historia del arte que plasman con acierto el drama de este período y los diferentes enfoques que adoptaron los pintores para lograrlo.
1. La vocación de San Mateo, de Caravaggio

Conservada en la Capilla Contarelli de Roma, sigue siendo una de las pinturas más famosas de Caravaggio. Los personajes, vestidos con ropas contemporáneas, parecen sacados de una escena de género más que de una pintura religiosa tradicional. Pero el verdadero genio de la pintura proviene del uso que Caravaggio hace de la luz y la sombra, el sello distintivo de su estilo. La luz no sólo crea un dramatismo intensificado, sino que actúa como metáfora de la mano de Dios, pidiéndole a Mateo que se una a él.
2. La lamentación de Cristo, de Annibale Carracci
La Lamentación de Cristo es otro ejemplo de las magistrales composiciones pictóricas de Carracci. Aquí, representa la lamentación del cuerpo muerto de Cristo por parte de la Virgen María, María Magdalena y otras dos mujeres que podrían ser María Cleofás y María Salomé.
3. Judith matando a Holofernes, de Artemesia Gentileschi
La pintora Artemisia Gentileschi consiguió ganarse un lugar y un reconocimiento en aquella difícil época para las mujeres. Sus pinturas hacían énfasis en temas femeninos, la más famosa por su crudeza y su violencia explícita es, sin duda, Judith matando a Holofernes. Este lienzo grande y oscuro representa una historia del Antiguo Testamento en la que una viuda y su sirvienta dominan y decapitan a un hombre lujurioso y amenazante.
4. La ronda de noche, de Rembrandt
Rembrandt es conocido por ser uno de los maestros más grandes del Barroco y una figura central del arte del período dorado neerlandés, ese "título" lo adquirió por su dominio del claroscuro: una técnica que crea un fuerte contraste entre la luz y la sombra y que aporta profundidad y drama a las composiciones. El prodigioso pintor y grabador tuvo una historia convulsa. A pesar de eso, fue uno de los artistas más demandados de su época por aclamadas pinturas como La ronda de noche.
5. Domine, Quo Vadis?, de Annibale Carracci
Considerado una de las figuras más emblemáticas del periodo, Carracci destacó por un estilo que se parecía un poco al idealismo del Renacimiento y el manierismo, pero se acercó al drama del barroco a través de figuras monumentales y composiciones dinámicas. Domine, Quo Vadis? ejemplifica el enfoque de Carracci con dos figuras de colores brillantes que narran la historia a través de gestos audaces.
6. David con la cabeza de Goliat, de Caravaggio
Esta obra maestra fue pintada durante un período en el que Caravaggio estaba exiliado de Roma por haber asesinado a un hombre durante un partido de tenis. Caravaggio utiliza su tenebrismo característico para crear una pintura al óleo que muestra a un joven David mirando pensativamente la cabeza de Goliat.
7. El rapto de las hijas de Leucipo, de Rubens
Sin discusión alguna, Rubens fue de las figuras clave del Barroco. A diferencia de Caravaggio y Artemisia, no se basó en la luz y la sombra para crear drama, sino que empleó una paleta de colores vibrantes y un movimiento dinámico. El Rapto de las hijas de Leucipo ejemplifica su estilo icónico con figuras voluptuosas que retuercen sus cuerpos, evocando una sensación de caos y violencia en la composición.
8. El rapto de las Sabinas, de Nicolás Poussin
Este artista francés de líneas claras y brillantes, transmitió dramatismo en sus pinturas al disponer numerosas figuras en poses activas; un ejemplo de ello es El rapto de las Sabinas. Aquí, la escena caótica es creada por las docenas de figuras que corren, saltan y se retuercen llenando un gran espacio abierto.
9. El martirio de San Serapio, de Zurbarán
Zurbarán fue conocido como el “Caravaggio español”. El Martirio de San Serapión es emblemático de su estilo, presentando una figura masculina vestida de blanco y en la que los pliegues y la textura de sus ropajes destacan sobre un fondo negro. El fuerte uso del claroscuro y la composición simple, pero trágica, es similar a la del trabajo de Caravaggio.
10. La Magdalena penitente, de Georges de la Tour
La obra del francés de la Tour está muy caracterizada por las velas que pinta y el efecto luminoso que estas provocan. La Magdalena penitente representa el estilo del artista con una interpretación simplificada de la figura religiosa Magdalena juntando sus manos sobre una calavera y mirando en dirección a la pared en sombras. Las diminutas fuentes de luz ayudan a De La Tour a crear una composición poderosa donde la atención del espectador se dirige inmediatamente a la parte iluminada del cuadro.
11. El juicio de Paris, de Rubens
En esta pintura, Rubens describe la historia mitológica en la que Paris debe elegir quién es la más bella entre las diosas Hera, Atenea y Afrodita. Este tema fue popular entre los artistas como una forma de explorar el ideal femenino. En este caso, se retrata la narración que se desarrolla con su estilo sensual, guiando la mirada del espectador a través del lienzo con la línea de figuras posando.
12. Las Meninas, de Velázquez
Una de las obras más importantes de nuestra historia tiene como protagonista central a la Infanta Margarita de 5 años que resalta en el centro vestida de blanco y al propio Velázquez que aparece a la izquierda autorretratado. Felipe IV y su esposa Mariana de Austria aparecen reflejados en un espejo, colocado en el centro y fondo del cuadro; parece indicar que es precisamente el retrato de los monarcas lo que estaba pintando Velázquez. En la composición hay dinamismo y un uso de las luces y las sombras magistral.
13. Retrato de Inocencio X, de Velázquez
Aquí el genio de Diego se ve plasmado en el realista retrato de pinceladas impresionistas del Papa Inocencio X. El pintor era conocido por capturar la realidad de sus sujetos con honestida y fidelidad. De hecho, cuando el Papa vio el cuadro terminado, exclamó: “¡Es demasiado cierto! ¡Es muy cierto!”. Muchos historiadores consideran este retrato como uno de los mejores jamás realizados.
14. Portia hiriéndose el muslo, de Elisabeta Sirani
Elisabetta Sirani fue otra artista femenina clave del siglo XVII que, a pesar de vivir sólo hasta los 27 años, dejó una prolífica cartera de pinturas, grabados y dibujos. Al igual que Artemisia, Sirani tenía interés en representar sujetos femeninos. Su cuadro, Portia hiriéndose el muslo, ilustra una historia clásica en la que Portia se hace daño deliberadamente para demostrar a su marido, Bruto, que es su igual.
15. El embarque de la Reina de Saba, de Charles Lorrain
Lorrain fue un destacado pintor paisajista. El embarque de la reina de Saba retrata una escena bíblica en la que la reina de Saba parte para visitar al rey Salomón. A diferencia de algunos de los artistas de este movimiento, Lorrain no recurre al claroscuro ni al movimiento. En cambio, crea una sensación de esplendor en el alcance de la escena del puerto, con edificios clásicos alineados en el agua azul mientras crea dramatismo con el atardecer de fondo.