Fotograma de la película Blue Valentine

Vivimos rodeados de mensajes que exaltan el amor romántico, ese que nos prometen para toda la vida. Se habla mucho de encontrar a la persona que nos complemente, con quien recorrer el camino hasta el final de nuestros días. Pero, ¿qué ocurre cuando el amor cambia de forma, se desdibuja y toma otro rumbo?

Pasamos de puntillas por el ocaso del amor. Preferimos no mirarlo de frente, como si hacerlo nos hiciera vulnerables, como si aceptar su transformación fuera una derrota en lugar de una evolución natural.

Fotograma de Los puentes de Madison
Fotograma de la película Los puentes de Madison.

Es fundamental tener claridad desde el inicio de una relación y ser conscientes de que el amor se transforma. A veces, simplemente, ya no es posible seguir compartiendo aventuras con aquella persona a la que habríamos acompañado hasta el fin del mundo.

Fotograma de la película La La Land
Fotograma de la película La La Land.

Uno de los actos más sublimes de amor es la despedida consciente, aquella que se construye desde el respeto, la amabilidad y el cariño. Porque sí, decir adiós también puede ser un acto de amor.

Fotograma de la película Deseando amar
Fotograma de la película Deseando amar.

Para ello, hace falta algo que escasea en estos tiempos de inmediatez y ruido: empatía y la capacidad de comprender que el amor no siempre es eterno, pero que lo vivido merece ser honrado.

Que dejar ir con amor es, en ocasiones, más valioso que sostener una relación solo por miedo a soltar, siendo conscientes de que la pena, la frustración o el dolor son parte inherente de la condición humana, señales de que hemos sentido profundamente.

Fotograma de la película 500 días juntos
Fotograma de la película 500 días juntos.

Siempre es un buen momento parar disfrutar de las palabras del magnífico autor uruguayo Eduardo Galeano. En su breve relato Mujer que dice chau, encontramos la esencia de lo que significa despedirse sin rencor, sin reproches, sin miedo, con la certeza de que el amor, aunque cambie, deja huellas imborrables.

Eduardo Galeano
Eduardo Galeano.

Mujer que dice chau, por Eduardo Galeano

Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí. Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También me llevo una hoja de acacia recogida en la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ese fue el día en que empezó la suerte.

Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas las cosas cada vez mejores, que nos van a pasar.)

No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido”.

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