No hay que decir te quiero

O al menos, no decirlo solo por decir. Dos palabras que quieren decir tantas cosas. 

¿Alguna vez te has planteado qué hay detrás de cada “te quiero” que dices? Algunos son de gratitud, otros de disculpa, otros te quiero solo porque sí, porque estaban ahí queriendo ser dichos. 

Decimos “te quiero” a nuestras madres, nuestros hermanos, nuestra pareja, nuestros amigos, casi como un reflejo, pero está claro que los motivos de cada uno son muy distintos. ¿realmente estamos comunicando lo que sentimos? Quizá es hora de ir un paso más allá y replantearnos estas dos palabras.

Cuando alguien hace algo que nos molesta, procuramos detallarlo, desgranarlo quirúrgicamente para poder decir “me ha molestado esto que has hecho por esto y por esto otro” sin embargo, los te quiero casi nunca van acompañados del por qué.

¿Expresamos más lo malo que lo bueno? 

Esto siempre me hace pensar en las redes sociales. Los famosos haters siempre hacen más ruido que los fans. Fotos con miles de likes llenos de malos comentarios. 

Cuando buscamos valoraciones de un restaurante en google, las reseñas buenas son una línea o dos, como mucho. “Excelente, lo recomiendo” y sin embargo, un mal comentario suele ser mucho más extenso, siempre te encuentras con alguien que se queja de que los calamares estaban fríos, que tardaron en traer el pan y que como estaba lloviendo, no pudo aparcar. Quizás esto pasa porque las cosas buenas las damos por hecho y quizás no deberíamos hacerlo tanto. 

Pero volvamos al tema principal, ¿por qué queremos a las personas que queremos? ¿Qué nos hacen sentir? ¿Qué aportan a nuestra vida? ¿Qué les agradecemos?  

Te invito a hacer un ejercicio muy sencillo, pero que suele tener resultados sorprendentes.

La próxima vez que vayas a decirle a alguien que le quieres, tómate antes un minuto para reflexionar por qué se lo estás diciendo en ese momento concreto y hazlo con más detalle.

Por ejemplo, si alguien te sorprende con un pequeño gesto, en vez de un automático “te quiero”, prueba a decir algo como: “Me encanta cómo te preocupas por mí. Gracias por esa taza de té caliente, me has hecho sentir muy cuidado”.

En lugar de despedirte con un “Adiós, te quiero” intenta pensar qué te ha hecho querer más a esa persona hoy que ayer y di algo como: “Te quiero porque siempre aprendo algo de ti, me ha encantado charlar contigo”

Estas palabras no solo se vuelven más significativas y especiales para la persona que las recibe sino que también nos ayudan a mejorar nuestra propia salud mental. 

Sí, como te lo cuento. El hecho de practicar una comunicación más introspectiva nos ayuda a mejorar la inteligencia emocional y esto repercute en nuestra gestión de emociones y autoestima, vaya, una maravilla.

Así que no se trata de dejar de decir te quiero, sino de acompañarlo con el por qué. 

De hecho, te invito a compartir este artículo con alguien y hacerlo ahora mismo, un ejercicio rápido de calentamiento para poder expresar unas palabras de cariño a quien te apetezca en este momento. 

Lo mejor es que no tienes nada que perder, pruébalo y vas a ver la reacción que provocas en los demás y en ti y si te apetece, luego nos la cuentas.

Apúntate a nuestra newsletter

Únete a nuestra comunidad. Así podremos invitarte a los eventos que organizamos y estarás al tanto de convocatorias y concursos.